El pasado 10 de Septiembre se celebró el Día Mundial para la Prevención del Suicidio. Ello me llevó a investigar y conocer detalles acerca de esta conmemoración. Fue sorpresivo para mí descubrir que desde el año 2004 se ha establecido esta fecha en el mundo para recordar, alentar e inducir a los gobiernos, para que tomen medidas para reducir la tasa de suicidios.
Es el suicidio una de las causas previsibles de muerte prematura, y en los países desarrollados es la segunda o tercera causa de muerte entre adolescentes y jóvenes adultos.
Se suicidan aproximadamente un millón de personas al año en el mundo, siendo en España, una cifra que abarca del orden de más de 3.000 personas al año, más muertes que las ocurridas por accidentes de tráfico. Sin embargo, hay que tener en cuenta que algunos países no declaran con veracidad una proporción importante de los mismos, con lo cual la cifra calculada es posible que pueda ser aún mayor.
La prevalencia de estas conductas varía en función de los países, y son múltiples los factores que inducen a una conducta suicida. Enfermedad mental, ruptura sentimental, desarraigo, soledad, angustia, exclusión social. Pero no cabe duda que sea cual sea la razón que lleva a alguien a quitarse la vida, en la gran mayoría de los casos está presente el sufrimiento, un gran sufrimiento que hace intolerable la existencia.
Me preguntaba el porqué de tanto silencio en relación a este tema. Si efectivamente ya han transcurrido diez años desde que se celebra esta fecha, no existe tanta información al respecto. Sí, se han hecho algunos programas de radio, artículos de prensa, pero resulta extraño que estando inmersos en el mundo de la información, ésta no sea masiva en los medios de comunicación de mayor alcance como son los telediarios que llegan al mayor número de audiencia.
Tratando de responder a esta pregunta, observamos que el suicidio históricamente ha sido considerado por la iglesia, un pecado. Y para la sociedad civil, en algunos países es considerado, un delito.
No existen programas específicos para tratar el problema. En algunas comunidades los hay, más que en otras, siendo como es, un problema de salud pública.
El suicidio es un tema tabú. Existen una serie de mitos y prejuicios alrededor del mismo. Algunos opinan que es mejor evitar la información, porque puede provocar un efecto de contagio. Sabemos que esto es erróneo, por conocer la magnitud de estos hechos, eso no lleva a uno a atentar contra sí mismo.
El suicidio está estigmatizado, se oculta, se siente vergüenza ante esta realidad.
¿Qué ocurre con los familiares, con las personas más allegadas al suicida? Generalmente, sienten una serie de sentimientos contradictorios; dolor, rabia, agresión, culpabilidad, se preguntan si hubiesen podido evitarlo, se cuestionan el no haberse dado cuenta de lo que ocurría, etc, etc. Sin embargo, el silencio no ayuda a la gente del entorno, la gente prefiere no hablar de eso, en alguna medida el entorno los enjuicia.
Ahora bien, nos preguntamos si realmente es posible prevenir este hecho. Porque más allá de su repercusión pública, el suicidio parece pertenecer siempre al ámbito privado. ¿Qué hacer, entonces? Más que prevenir, podríamos pensar en mitigar los efectos de este hecho. ¿Pero cómo? Hoy en día existe una fuerte tendencia a considerar las afecciones psíquicas desde un enfoque bioquímico sustentado en la farmacología.
Es preciso, es menester conocer las causas del suicidio para poder plantear estrategias de intervención que respondan efectivamente con una reducción del problema. Para ello es necesario que las teorías introduzcan la dimensión subjetiva, es necesario crear espacios de palabra, es necesario que los sujetos puedan poner en palabras aquello de lo que padecen. Por el contrario, las teorías absolutamente biologicistas que consideran a los humanos como un conjunto de genes, de reacciones químicas, y no tienen en cuenta la subjetividad, no tienen en cuenta que detrás de cada persona, existe una historia de vida, unas marcas que lo han alentado o no, unas palabras que lo han animado o desanimado. Erran en el tratamiento del problema.
Mirta García Iglesias
Pues si fuera por miedo a que pueda provocar un efecto de contagio, no se informaría de los malos tratos entre parejas, puede que la razón de esconderlo sea de caracter político. Detrás de un suicicio pueden encontrarse personas al límite por situaciones extremas de no poder hacerse cargo de una familia, y también casos de familiares que con edad avanzada deciden poner fin a su vida por no llegar a ser un estorbo. Este fue el caso de un vecino mío anciano que aparecio en su jardín, colgado de un árbol. Se da la circunstancia que el día anterior nos saludamos al vernos, nada presagiaba este desenlace.