«Profesor católico… ¿por qué no?»

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crucifijo-en-aula-de-colegioDesde el Colegio “Reina de la Paz” de Brunete, recientemente inaugurado, comienzan con este texto una serie de artículos mensuales sobre cuestiones educativas. Los reproducimos íntegramente.

Puesto que nuestro centro es católico, queríamos comenzar tratando ese tema. ¿Educación católica? ¿Puede un profesor ser católico en el siglo XXI y comportarse como tal, no solo en centros privados con ese ideario, sino en cualquier sitio en el que tenga que impartir su docencia?

Desde luego, no es lo habitual, llegando a ser en muchos ambientes impensable. Cuando se estudia la carrera de Magisterio en la universidad, lo más corriente es que los profesores enseñen a los futuros nuevos maestros metodologías educativas de distintos autores de la Escuela Nueva (María Montessori, Pestalozzi, por supuesto Piaget), enfoques como el constructivismo, teorías sociológicas acordes con la ideología de género tan en boga actualmente…. y en ningún momento se oye citar nada procedente de ningún educador católico, a pesar de ser numerosos los católicos contemporáneos que han obtenido magníficos resultados educativos con niños y jóvenes, como por ejemplo San Juan Bosco o San Manuel González. ¿Por qué este rechazo a las aportaciones católicas y ese interés en basarse en métodos educativos que dejan a Dios de lado? ¿Es que la Iglesia no puede aportar nada valioso a la educación actual, cuando ha sido ella en Europa y ultramar la educadora por excelencia durante siglos?

Es un gran error obviar las aportaciones católicas a la educación, refrendadas por centurias de experiencia. En la sociedad actual lo que prima es relegar la fe al ámbito privado, y el pretender que alguna porción de la vida pública esté impregnada por criterios cristianos, es inconcebible por la gran mayoría de la población, además, que si alguien lo hace, semejante atrevimiento será rápidamente perseguido y aplastado.

Es un gran error obviar las aportaciones católicas a la educación, refrendadas por centurias de experiencia

En una sociedad supuestamente plural y democrática, esto no puede ser así. La fe nunca hay que imponerla, pero ¿por qué no se va a poder tener y practicar? Lejos de ser una ofensa para nadie, el influjo de una fe católica coherentemente vivida es sin duda muy positivo en la sociedad. ¿Acaso alguna otra ideología tiene esa sublimidad de doctrina en cuanto al bien común, el respeto al prójimo, la dignidad del ser humano y un sinfín de temas más?

Podemos cometer la ingenuidad de pensar que las cosas públicas, puesto que son para todos, no deben estar influenciadas por la religión, para que no se sientan ofendidas las personas que no sean creyentes. Pero es que resulta que no es posible ser “neutro de ideas”, ¡el ser humano es racional! Seamos conscientes o no, siempre nuestras acciones se basan en alguna ideología… y, ¿por qué tiene que primar en la vida pública el ser ateo, o relativista, sobre el ser católico? ¿No es esto acaso una injusta marginación a los miles católicos que hay en nuestro país?

A la vista está el sin sentido de rechazar el que un católico pueda ejercer en su profesión como tal. ¡Sí se puede ser un maestro católico en el siglo XXI! A no ser que, en vez de estar en una sociedad plural y democrática, nos encontremos en un Estado totalitario, que impone a sus ciudadanos la forma de pensar.

Hablaremos Dios mediante en los artículos próximos de los aportes a la educación, de esa pedagogía cristiana que, inexplicablemente, no se considera relevante en los planes de estudio universitarios.

 

Dámaris Mora Huerta

(Maestra de educación Infantil)

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