La estimulación mental es imprescindible para el equilibrio emocional del perro. En el paseo, percibe una serie de olores, sonidos, imágenes, etc. Los sentidos trabajan sin cesar, la actividad cerebral aumenta y las neuronas trabajan sin descanso. Hormonalmente se crea la serotonina, conocida coloquialmente como “de la felicidad”. Para hacernos una idea de este trabajo mental, podemos pensar en el siguiente ejemplo. Si vas a un centro comercial abarrotado de gente, al regreso a casa seguramente estarás contento, aunque pensarás: «si total, no he hecho nada, pero de ver tantas cosas y tanta gente…¡estoy agotado!»
Dejarle explorar
Cuando llevamos de paseo a nuestro perro es recomendable dejarle explorar. Aunque para algunos sea algo escatológico, hay que permitir que huela los lugares donde orinan otros perros, en los que dejan su huella hormonal. También hay que permitirles seguir el rastro de olores siempre que sea posible. Pueden saber por el olor, entre otras cosas, el sexo, edad, nivel hormonal, enfermedades de quien la haya depositado y el tiempo que lleva ahí. A través del olfato se estimulan mentalmente. Para ellos es como leer el periódico local, en concreto la sección de vida social, donde pueden enterarse de los «cotilleos del barrio». Por ejemplo, si la perrita del segundo está embarazada, si el macho grande ha salido (o no) hoy a pasear, de si el bulldog francés tiene infección, etc.
Es importante que se relacione con otros perros en los paseos. Lo ideal sería poder llevarlo a un parque habilitado para tal efecto, donde pueda correr y jugar con otros canes, a ser posible suelto y evitando que moleste a la gente a la que no le gusten. De no disponer de un lugar así, como ocurre en Villaviciosa, es recomendable permitir que se relacionen atados en la calle, que se huelan y se comuniquen.
En resumen, si queremos evitar problemas de comportamiento y que nuestro perro sea equilibrado, deberá hacer suficiente ejercicio, y debemos intentar llevarle a lugares frecuentados por perros, a cualquier lugar que enriquezca sus sentidos, que pueda causarle vivencias interesantes y visitando lugares diferentes siempre que sea posible.
Leticia Pascual Chaves
¿SOY YO EL ENEMIGO PÚBLICO A PERSEGUIR?
Es cierto que a cada momento nos asalta una injusticia que nos deja sin palabras y, precisamente, ese es el problema: que nos quedamos callados. Parece que cuantos más palos nos dan más nos resignamos.
Nos acostumbramos a quedarnos quietos, inmóviles ante las injusticias de todo tipo. Lo primero que nos llega es esa consabida consigna: «No sirve de nada». De ese modo, pasas página porque «no hay nada que hacer»; te metes en casa, pones la tele y te limitas a resoplar ante los atropellos que las personas de a pie sufrimos. Por si no fuera suficiente, te sientes más insignificante al observar cómo los grandes delincuentes, los que más daño hacen al prójimo, se van a sus casas con calefacción centralizada y jardín con piscina a llorar porque ya no pueden pagarse su yate de lujo. Mientrastanto, uno coge al perro -con chip, vacunas, censo y las bolsas para las caquitas- y se va al parque porque es una forma gratuita de pasar la tarde y de desconectar de los problemas de no llegar a fin de mes con la pensión ínfima que te ha quedado. Allí coincides con otras personas -la mayor parte en tu misma situación- y durante un rato te relajas y sonríes y arreglas el mundo desde un banco de madera ( porque tu cuenta del otro banco está «vacía de soluciones»). Pero, de repente, te conviertes en un delincuente perseguido por las autoridades y, aparecen camuflados de paisano, o en mi caso con coche de patrulla, amenazantes y tratándonos como delincuentes, dos guardias urbanos que te multan con 300 euros (el presupuesto para comida y facturas del mes); la razón de la misma es tener a tu perro de 5 quilos suelto y olisqueando la hierba, sujeto como las normas dicen, fuera de las zonas infantiles, y cogiendo religiosamente las cacas de nuestros amigos, entre otras cosas porque también tenemos niños en casa. Los que vamos allí cuidamos de que esté Es mas los que vamos, lo cuidamos de los “niños” que se han hecho adolescentes y destrozan la zona de columpios, lo mantenemos lo más limpio posible botellas, cajas de piza, el burguer, el riego automatico siempre roto y perdiendo agua, lo cual es NUESTRO DINERO PERDIDO, ya que somos los más interesados en que no se llene de mierda -bastante basura tenemos ya encima de nuestras cabezas-; aun así nos multan por la «extrema gravedad» de esta infracción.
Ahora pienso en Dora, una jubilada con dificultades para caminar y que cada tarde se reúne con nosotros para que su perro, su único compañero de vida, juegue con los de su especie. Fue una mujer luchadora para la que el simple hecho de salir de su casa suponía un gran esfuerzo que queda compensado por las charlas entre amigos que surgian entre un lanzamiento de pelota y una caricia. ¿Qué daño hacía esta mujer al Estado? ¿O es un Estado injusto el que realmente está dañando a todas y a todos los que honestamente queremos convivir en paz y aguantar la tempestad que nos está cayendo encima?
Llevo viviendo aquí, en un pueblo de caciques Vilaviciosa de Odon, 30 años, y ahora es mas cacique que nunca, aqui casi es peor el que lleves mas de un perro ya te miran mal, no podemos ir a los parques,NI SIQUIERA CON LOS PERROS COGIDOS, LA MULTA TE LA PONEN EN CUANTO PISAS EL PARQUE, hasta entran adentro del parque con el coche y sirenas nos vemos acosados, yo tengo 3 y vamos una amiga y yo en total cuatro amigos perrunos, es una persecución creedme antes éramos mas era un sitio de reunión que nos servía de terapia, a mi me gustaría irme de este pueblo aunque ahora no es el mejor momento, es un pueblo anti-perros, residencial los comercios a excepción de las terrazas de la calle carretas, los demás negocios, abren y a los pocos meses cierran, los estudiantes de la Universidad, cada vez ven mas ventajoso el irse a otros pueblos o incluso a la ciudad, Pues bien, este acoso lo nota el ciudadano de a pie y hace que algunas vecinas cotillas hagan su «misa» particular en la escalera, si se te ocurre pasar por su puerta y alguno de los perros levanta la patita te increpan, en fin eso han conseguido que nos miren mal. UN BESO A TODOS LOS SUFRIDOS CONTRIBUYENTES QUE SEGUIMOS PAGANDO LAS SUBIDAS DEL IBI PARA QUE TENGAN SUS COMIDASSS, COCHES, CHOFERESS ETC,,,, Y SUELDAZOSSSS, AYUNTAMIENTOS LLENOS DE CACIQUESSS QUE VIVEN MUUYYY BIEN GRACIAS A GENTE COMO NOSOTROS QUE CADA DÍA VIVE PEOR. Siento que sea un escrito largo pero estoy indignada, no se donde puedo pasear a mis perros cerca de mi casa, sin ser una delincuente, muchas gracias a los que han aguantado mi desahogo.
Fe de erratas:
Donde pone «serotonina» debería aparecer «endorfinas» para ser más correctos.
Gracias.
Leticia Pascual Chaves.