En la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús, en el Cerro de los Ángeles, este sábado 12 de octubre, a las 18.00 horas.
La ceremonia estará presidida por el obispo de Getafe, Ginés García Beltrán, y a partir de esa fecha la diócesis contará con un nuevo presbítero (un sacerdote a todos los efectos, con autoridad para presidir las ceremonias religiosas, guiar a la comunidad y predicar la palabra de Dios) y seis diáconos (no son sacerdotes pero les asisten, así como a los obispos y pueden bendecir matrimonios, llevar la comunión a los enfermos, predicar, evangelizar y catequizar).
En el primero de los casos, es José Luis Martín, de origen getafense, de 26 años, quien ha señalado que el Señor «explotó» en su corazón. Se ha mostrado expectante ante este momento tan importante. «Para mí ser sacerdote y ordenarme supone un paso de madurez en mi relación con Cristo, tener una nueva identidad como persona, como cristiano y como sacerdote que nace de un sacramento», destaca.
Su vocación nació de manera natural en su familia, «a muy temprana edad, con 8 ó 9 años, en catequesis, en la misa, sentía interés por la vida sacerdotal… el Señor me interrogaba y se fue ‘colando’ en mi afecto». Y se afianzó con 15 años en un campamento en Picos de Europa, en el año 2013. A los 18 años entró en el seminario, y estos años los define como «una bendición» y con una sencilla palabra: «verdad».
«El seminario me ha enseñado a ser hombre, a vivir mi humanidad de una manera plena, y ese proceso no está exento de la cruz y de crisis, que al final verifican que el proceso es verdadero (…) Ha sacado de mí la verdad de lo que soy. He aprendido a relacionarme con Dios, con mi familia, con el mismo Jesucristo de una manera nueva, en la verdad de lo que soy», destaca.
Diáconos
Los futuros diáconos son Eryk Mazur y Sergio Jiménez, Hijos del Amor Misericordioso,, Emiliano Conturso y Andrés González, del Instituto Cristo Rey, Antonio Sánchez y Enrique Sebastián.
Como testimonios, Sánchez, de 24 años, de la parroquia San Saturnino, de Alcorcón. A los ocho empezó a vislumbrar su vocación gracias al contacto con un tío de su madre también sacerdote, Faustino Moreno.
Su paso por el seminario lo define como «un tiempo para dar muchas gracias a Dios, donde ha ido formando mi corazón para entregarlo como Él quiere». En este centro ha podido «verificar la llamada de Dios».
Afirma que está «al servicio de la Iglesia que Dios me mande, ahora en Zarzaquemada, en Leganés, y también respondiendo a la llamada que nos hace el Papa a vivir con mayor profundidad la comunión, que nuestras comunidades sean una familia y acompañando a las realidades complejas que hay en nuestra sociedad».
Por su parte, Enrique Sebastián, madrileño de 25 años, comenzó su discernimiento vocacional en el seminario menor, Inmaculada y San Dámaso, de Rozas de Puerto Real. Afirma: «siempre he pensado que en la Iglesia de Getafe es donde me llamaba el Señor a servir».
Sobre su paso por el seminario menor, recuerda que fue «una bendición» donde experimentó a la Iglesia «como un hogar, como una casa y la paternidad de Dios» a través de unos sacerdotes que le ayudaron «en los tiempos de la adolescencia que suelen ser convulsos».
Ya en seminario mayor ha comprobado cómo Cristo colmaba por completo sus afectos y se ha dado cuenta: «en estos años ha sido el amor de mi vida».
Finalmente reconoce: «todos estos años he experimentado la llamada del Señor más fuerte. Ser el predilecto del Señor es imborrable y no puedo negar esta llamada a seguirle y a comprometer toda mi vida».
En relación a los seminaristas de la Diócesis de Getafe, el pasado mes de agosto visitaron al papa Francisco, quien les animó a tener «especial predilección por los que más sufren, por los pobres y los descartados”.
