“Si tuviera que elegir raza, elijo un galgo”

María José Canalda, empleada de banca y delegada de Galgos 112 inaugura esta sección dedicada a compartir con otros vecinos su historia de amistad y fidelidad con sus mascotas.

 – ¿Cómo empezaste en este mundo canino?

He tenido perro toda mi vida pero nunca me planteé hacer un voluntariado en una protectora de animales porque pensé que sufriría mucho y así es. Pero también se aprenden muchas cosas, sobre todo a balancear los sufrimientos y las alegrías. Me vine a vivir a Villaviciosa de Odón y hace diez años mi madre acogió a una galguita que llevaba vagando en Campodón durante casi dos meses. Estaba esquelética y llena de heridas. No había manera de acercarse a ella, pero mi madre se empeñó y con el asesoramiento de una protectora de galgos, se ganó su confianza y la acogimos. En 2008 terminé de voluntaria en Galgos 112 y también en la Asociación Las Nieves.

 -Lola y Yanis son tus dos galgas, ¿cómo llegaron a tu vida?

Ellas llegaron en acogida temporal; Lola lleva conmigo ocho años y Yanis cuatro. Lola era la tercera galga que llegó a mi casa. Llegó en un momento de cambio laboral en mi vida porque de lunes a viernes vivía en Barcelona. En ese reto laboral y los sufrimientos que conlleva, Lola fue un báculo importante y decidí que no salía de casa.

En el caso de Yanis, dos adopciones para ella no se materializaron y en la tercera, que iba a ser entregada en Villanueva de la Cañada, la propia adoptante me dijo que si no me había dado cuenta de que esta perra me había elegido a mí.Tiene un problema de corazón y al final decidí que tenía que quedarse conmigo. Me hubiera quedado con todos los que han pasado por mi casa, pero es imposible.

-Esa labor de acogida que has vivido, para luego dar al perro a otra familia ¿es dura?.

Sí, puedes tener a un perro 20 días o un año hasta que se le encuentra una familia. Lo normal son dos o tres meses y la verdad es que es duro pero se produce una confrontación de sentimientos porque gracias a ti se ha salvado y lo entregas a una familia que lo va a cuidar como lo harías tú. Siempre tendemos a pensar que nadie los va a cuidar como nosotros, pero luego es gratificante ver como se adaptan muy bien y que sus adoptantes los adoran.

-¿Qué tienen tus perritas?

Llegaron muy miedosas  pero en poco tiempo se adaptaron al cariño y evolucionaron positivamente. Ellas también me ayudan con el voluntariado, con los galgos que vienen a casa a recuperarse, vienen a las visitas previas que hacemos con las adopciones, nos ayudan en los stands, en las terapias con los niños con parálisis cerebral. Cada una es un mundo, Yanis es jovial y divertida, con una expresividad que no es normal; Lola es la dignidad.

Ellas promueven la manera de ser del galgo y demuestran que no son sólo para la caza. El galgo es de los perros más perfectos que hay. La gente se sorprende cuando ven cómo se comportan. Sí hay galgos que son más movidos, sobre todo los jóvenes, y para ellos se les busca la familia más idónea que les pueda dar la marcha que necesitan. No sueltan mucho pelo, son gatos grandes dormilones, muy prudentes y tímidos. Es un perro 10, si tuviera que elegir raza, elijo un galgo.

-¿Cómo defines tu vida con ellos?

Terapéutica. Aportan mucha paz.

-¿Qué es lo mejor y qué es lo menos bueno?

Es todo. No podría decir qué es lo malo. Son limpias, prudentes, cariñosas, saben estar. Son fantásticas.

-A la gente que no tiene perro y se lo están pensando, ¿qué les dirías para que se animasen a tenerlo?

Antes de decidirse deben pensar que es una responsabilidad a largo plazo, con unos costes y una dedicación. Al perro hay que sacarle a pasear. Eso te hace salir de casa, hacer ejercicio, te ayuda a relacionarte con personas y creas vínculos con personas que hablan tu mismo idioma, eso es muy bueno para el cerebro en estos tiempos de crisis.

 Texto y fotos: Israel Revilla Canora