La primera mujer ginecóloga de la Historia

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MujerEn la antigua Grecia, esa tierra en la que supuestamente predominaba el diálogo, la conversación, la política y donde se creó la democracia, se marginaba a la mitad de la población. “Las mujeres eran consideradas menores de edad, sin voz ni voto. El nombre de las mujeres ni siquiera debía pronunciarse en público y a veces hasta se olvidaban de ellas al contar los miembros de una familia”, dice la historiadora Nancy Demand.

En esta cultura ateniense surge la primera mujer ginecóloga, que se disfrazó de hombre para estudiar esta rama de la medicina y poder atender a las mujeres, en especial, a las parturientas. Ella es Agnódice.

Cuando Agnódice llegaba a las casas de las mujeres vestida de hombre, en un principio, se asustaban. No querían que un hombre les atendiera. La joven ginecóloga enseguida mostraba que era una mujer para seguir ayudando a esas mujeres que necesitaban sus servicios médicos. Así, su fama creció. No solo la llamaban para el parto sino para otros problemas de salud.

se disfrazó de hombre para estudiar esta rama de la medicina y poder atender a las mujeres

Los hombres de la polis no les hacía nada de gracia que una mujer pudiera quitarles su trabajo y amenazar su status quo. Poco les importaba la salud de las mujeres, que eran tratadas como si fueran esclavos. Su único miedo era perder sus privilegios. “No solo morían de fiebres puerperales, sino que añadieron estrés y vergüenza. […] Así, existen numerosas evidencias de que a los médicos varones les costaba mucho llegar a saber lo que les sucedía, pues ellas preferían confesarse con otras mujeres”, explica Cristina Oñoro en su libro Las que faltaban.

Estos médicos, filósofos, políticos griegos se les olvidó que sin las mujeres, sin las madres, ellos no hubieran existido. Si la madre de Aristóteles no le hubiera acunado cuando lloraba, o si la madre de Platón no le hubiera consolado o curado sus heridas cuando se caía, no hubieran sido los filósofos que llegaron a ser. ¡Qué pronto se nos olvida de dónde venimos y qué poco valor le damos al nacimiento, como si no tuviera la misma envergadura que la muerte!

Laura Casajús Izquierdo

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