«Jenni y la dificultad de un entorno Hermoso»

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Jenni
Jennifer Hermoso celebra el Mundial. (Foto: @jennihermoso)

Mientras escribo estas líneas, se está celebrando en la sede de la Audiencia Nacional uno de los juicios más mediáticos de los últimos años, que ha levantado un gran revuelo en la sociedad española. El beso no consentido de Luis Rubiales a Jenni Hermoso, del cual fuimos todos testigos allá por agosto del 2023.

Con la perspectiva de los meses acumulados y el reposo tras la pérdida de actualidad, en ciertas parcelas de la vida es muy posible que las conclusiones adquieran diferentes formas, como la plastilina en las manos de un niño. Me atrevería a decir que, en el caso referido, las opiniones y juicios paralelos carecen de mutación por la claridad del suceso.

Actos como el que nos ocupa nos vuelven a recordar la fragilidad del empoderamiento femenino

Los derechos y la igualdad de la mujer han vivido enclaustrados en la caverna dictatorial que dominó con puño de hierro nuestro país casi cuatro décadas. Ha costado muchos años de lucha, sufrimiento y reivindicaciones para conseguir despojarse de ese machismo intrínseco y poder gritar con fuerza que las brechas de género se han acortado de una manera significativa. Sin embargo, actos como el que nos ocupa nos vuelven a recordar la fragilidad del empoderamiento femenino, además de ofrecernos la versión encolerizada del patriarcado ante la perspectiva de quedarse sin asiento.

Sería fácil dar unas pinceladas de Luis Rubiales, definirle como persona, caligrafiar su conducta deplorable o anotar una sentencia que nos gustaría para él. Sin embargo, debo de detenerme y fijar el punto de mira en esos acólitos adscritos a un poder otorgado por palmotear todas las acciones que llevan a cabo sus superiores, sin importar, en este caso, la gravedad y el daño que pueden causar a una persona. Trabajar en la sombra en pos de un objetivo (convencer a la víctima a base de atosigamientos y amenazas) sabiendo la gravedad y el delito conllevado por la acción, posiciona a estos individuos a la altura del desabrido autor de la fechoría.

Ninguna mujer debería verse envuelta en una persecución salvaje para que cambie la versión de unos hechos

España es un país que se vanagloria de estar a la cabeza en cuanto a progresos logrados en materia de derechos e igualdad de género. Sin lugar a duda, todos estos secuaces insertados en instituciones, como por ejemplo los de la Real Federación Española de Fútbol, desvirtúan la sensación de ser un país acorde a unas virtudes de equidad en toda su sociedad y prolongan el camino para la consecución de un éxito.

Ninguna mujer debería verse envuelta en una persecución salvaje para que cambie la versión de unos hechos, o viva con el miedo permanente en el cuerpo por el acecho de estos personajes sin escrúpulos. Me gustaría ver de ahora en adelante dimisiones en bloque ante unos actos deleznables o ver posicionamientos neutros a la espera de que los jueces impartan justicia, pero son simples pensamientos de ingenuo, porque nosotros indirectamente contribuimos a esa sucia impunidad, y para dar prueba de ello os dejo este dato: la selección española de fútbol alcanzó la gloria en la Eurocopa de Alemania, comandada por nuestro seleccionador Luis de la Fuente. El mismo que un año antes aplaudía a Luis Rubiales cuando dijo la famosa frase: «no voy a dimitir», el mismo que, ahora es sabido, acudió con su jefe a reunirse con Jenni. Pero todas estas cosas se nos olvidan con la consecución de un título…

Juan Díaz (Instagram: @juandiazrevilla)

 

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