Hospital Rey Juan Carlos de Móstoles, cuatro años ofreciendo Neurocirugía Funcional

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Cirugía de Neurocirugía Funcional en el Hospital Rey Juan Carlos de Móstoles
Cirugía de Neurocirugía Funcional en el Hospital Rey Juan Carlos de Móstoles.

Dirigida a recuperar una función perdida o restaurar la calidad de vida de los pacientes que padecen diversas enfermedades neurológicas y psiquiátricas como epilepsia, párkinson, temblor esencial o anorexia.

Desde el año 2021 el Hospital público Universitario Rey Juan Carlos ofrece en su cartera de servicios la Neurocirugía Funcional, incluyendo el tratamiento de la epilepsia, la psicocirugía y el dolor, así como de los trastornos del movimiento. En este último caso, ofrece abordaje quirúrgico con neuroestimulación cerebral profunda (DBS, siglas en inglés de deep brain stimulation), una compleja técnica que mejora el control de los síntomas incapacitantes de diversas enfermedades mediante la estimulación eléctrica de grupos de neuronas situados en regiones cerebrales específicas que coordinan distintas funciones del cuerpo. Con ella ha hecho que pacientes que antes de operarse requerían ayuda para peinarse, comer o beber, pudieran volver a desempeñar todas esas acciones sin asistencia alguna.

Según ha explicado la Dra. Mónica Lara, especialista del Servicio de Neurocirugía del Rey Juan Carlos, coincidiendo con el Día Mundial de la Neurocirugía Funcional, que se celebró ayer, la estimulación cerebral profunda consiste en insertar uno o dos electrodos en el cerebro, conectados a una batería que se implanta subcutáneamente. “Se trata de un ‘marcapasos’, pero para el cerebro que, si bien no cura la patología, sí permite mejorar el funcionamiento del sistema nervioso del paciente, entre un 80 y 100 por cien, retrocediendo, en casos como la enfermedad de Parkinson, hasta unos diez años atrás -es decir, colocándole en la situación clínica en la que estaba una década antes-«.

Además, logra una reducción en la medicación diaria «lo que supone una enorme recuperación de su calidad de vida”, apunta.

Desde el centro hospitalario, que recientemente superó las 1.000 intervenciones de cirugía cardiaca, subrayan no obstante, que no todos los pacientes son aptos para este técnica, por lo que tienen criterios de selección «muy estrictos» y pasan por un estudio neuropsicológico y una evaluación del grado de afectación por su enfermedad, así como por un amplio proceso de estudio preoperatorio, que incluye la utilización de pruebas radiológicas para la preparación de la intervención. Por todo ello, como apunta la neurocirujana, “tan solo una parte pequeña de los que tienen las citadas patologías pueden ser finalmente intervenidos, siendo en términos generales candidatos idóneos aquellos menores de 70 años con enfermedad de larga duración y no respondedores a la medicación o con efectos adversos importantes derivados de ésta”.

Las indicaciones de esta técnica son muy variadas. En el ámbito de la Neurología puede ser empleada en pacientes con enfermedad de Parkinson, temblor esencial, distonías o cefaleas, mientras que en Psiquiatría se puede utilizar en pacientes con trastorno obsesivo compulsivo.

Asimismo, la realización de los distintos procedimientos quirúrgicos que forman parte de la Neurocirugía Funcional siempre requiere del trabajo coordinado de equipos multidisciplinares, en los que los neurocirujanos funcionales colaboran con diferentes especialidades médicas como la Neurología, Neurofisiología, Psiquiatría, Neuropsicología, Anestesiología, Radiología y Rehabilitación, entre otras.

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