«España huele a carne abrasada»

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carne abrasadaAntes de nada, déjenme felicitarles el nuevo año y desearles una vuelta al sol llena de propósitos cumplidos.

Desde hace algún tiempo a esta parte, nuestro amado país, España, se impregna de un persistente olor a quemado. Ese ambiente regado de brisas con olores a bosques húmedos y flores primaverales tan característicos que emanaba todo su contorno, ha sucumbido a la hediondez de la carne abrasada.

Verán, resulta que hay un mocetón, aparentemente el modelo de yerno ideal, que ostenta un cargo público y, además, enarbola la bandera de la igualdad y el feminismo, pero, supuestamente, cuando se apagan los focos mediáticos, somete a sus víctimas, mujeres, claro está, a continuos abusos sexuales desde el poder que le atribuye su jerarquía política.

Tenemos a un par de tipos que, con el beneplácito de otro tercero, ministro en ese momento, presuntamente, recibieron mordidas por la adjudicación de contratos a entidades para la compra de mascarillas y material sanitario en época de pandemia.

Acaba de llegar al Parlamento Europeo un nuevo eurodiputado, lícitamente votado por un millón de personas, gracias a un discurso lleno de tintes xenófobos, promesas de perseguir sin descanso a los corruptos y fiscalizar a la alta administración política. Pues, supuestamente, ha recibido dinero negro para la financiación de su partido, algo que, como es lógico, él negó. Esto desató un reguero de decepciones en sus «ardillas», así denomina a sus seguidores.

La impunidad de estos aforados puede llevar a equívocos a generaciones venideras que verían con buenos ojos dedicarse a la política

Continuo: una muchacha con un ascenso político vertiginoso llega a ser el número tres de una comunidad, pero mientras era concejala de un pueblo, cometió, supuestamente, cuatro delitos: prevaricación, cohecho, tráfico de influencias y fraude contra la administración. La jueza que instruye el caso ve indicios sólidos de corrupción.

Han comprobado que los disparos van para ambos lados, seamos justos. Estas dosis de deslealtad hacia nosotros, ciudadanos de a pie, no atienden a colores, siglas e ideologías. La desfachatez de muchos de estos actores insertados en el ecosistema político dejó de sorprendernos hace tiempo. La impunidad de estos aforados puede llevar a equívocos a generaciones venideras que verían con buenos ojos dedicarse a la política para obtener un poder desmedido que te otorga dicha exención.

Hagamos memoria. Por cada hazaña, supuestamente, siempre supuestamente, lograda por estos tipos, siempre salió un compañero de partido o alguien cercano a los susodichos a decir a la opinión pública que pondría la mano en el fuego por ellos.

Juan Díaz (Instagram: @juandiazrevilla)

 

 

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