El actor y cantante Naím Thomas era Alfredo en la obra ‘La decorosa vida de los Stuart’ que, desde el pasado 14 de febrero hasta el domingo 17 de marzo, ha permanecido en cartel.
Con el trabajo terminado, Naím atiende a Villaviciosadigital a las puertas del teatro Arenal para contar sus próximos proyectos e ilusiones.
Contento de haber formado parte del elenco de actores de esta obra, asegura que tenía muchas ganas de hacer teatro otra vez. “Últimamente había hecho musicales y otras cosas, pero no había hecho teatro de texto en tiempo y para mí ha sido reencontrarme con la comedia y con las ganas de hacer reír a los demás”, dice.
Y es que su personaje protagonista en el anterior musical ‘El Rey de bodas’, que tanta satisfacción le dio al ser nominado en el año 2008 a mejor intérprete musical revelación en la sexta edición de los Premios Chivas Telón y a mejor actor Premios Gran Vía, fue otro cantar. “Era un personaje donde para obtener un buen resultado tenías que esforzarte muchísimo. No ha sido tan agradecido como éste último, que con cuatro cosas atrapabas a la gente”.
“Siempre están los llamados secundarios de lujo. El personaje de ‘El Rey de bodas’ era un hilo conductor y estos personajes tienen algo muy bueno y algo muy malo, son personajes que te identificas con ellos, sufres y padeces, pero siempre está el cabrón del secundario de lujo que te quita la función”, dice risueño.
Y es que a pesar de ser conocido como un participante de la primera edición del programa ‘Operación Triunfo’, Naím lleva actuando desde que tiene siete años. “Creo que me metí en esto tan pequeño que ya conocía la profesión cuando me hice mayor. Para llegar a la excelencia hay que pasar dificultades y curiosamente los que tienen la excelencia, la siguen buscando. Yo siempre me consideraré un educando y me remito a una frase que he escuchado esta mañana: verdadero talento tienen cinco, el resto somos profesionales”.
“Todas las personas con las que he trabajado tienen algo que a mi me gustaría tener, me gustaría robar los poderes de los demás pero no es ambición por tener ni por ser, es ambición por aprender”, añade.
Caer siempre de pie
Este actor de 32 años no ha tenido mucho tiempo de saborear su personaje de Alfredo. “Me avisaron porque Carlos Jiménez Alfaro, que es el otro chico que hacía de Alfredo, también tenía compromisos profesionales y por casualidad compatibilizamos las dos agendas. Si te cuento en cuanto tiempo ensayé esto…”, confiesa.
Pero nunca se denominó un chico atrevido. “Podría ser inconsciente según se considere. Últimamente estoy lanzado aunque he sido una persona bastante prudente. Ahora creo que siempre se cae de pie si tienes un conocimiento de la escena, de la obra y haces trabajo previo en casa. La experiencia no es que te de valor sino la certeza de que pase lo que pase no pasa nada, estás jugando. A mí me pagan por jugar y ese es mi trabajo”.
Al finalizar la función “me tengo que quitar la camisa porque estoy sudando mucho”, dice bromista cuando se habla de los nervios encima del escenario. “Es cierto que tus circunstancias personales te afectan antes, en el momento en el que empieza la función yo personalmente ni me acuerdo. Soy una persona que tengo una concentración bastante alta”.
Pero sus tablas no han conseguido que deje de sorprenderle el público. “Adquieres un cierto control de lo que va a funcionar, vas afilando tu lanza para cazar jabalís y de repente cazas osos, te vuelves perro viejo, aunque siempre me sorprenda algo”.
Bestias en la escena
Su trabajo junto a Mónica Caballero y Samuel Señas se lo lleva en el corazón. “Mónica es una actriz con una experiencia brutal, tiene un instinto actoral muy bueno, es de esas personas que hacen mejores a los demás. Tanto ella, como Samuel Señas, con el que tenía la gran mayoría de las escenas, son unas bestias”, dice de sus compañeros en ‘La decorosa vida de los Stuart’ con los que ha “disfrutado muchísimo”.
Según Naím el éxito de público ha ido bien, pero los tiempos que corren son complicados. “Las entradas no tienen un precio muy alto, lo que pasa es que a la gente le dices teatro y no lo ve, no se da cuenta que, por un poquito más que una entrada de cine, ya puede ir al teatro. Es maravilloso que grandes actores estén en salas alternativas, ese riesgo, ese amar a tu trabajo por encima de todo”.
De la crisis piensa que es una circunstancia temporal y que la provocan “los que quieren manejarnos”. “Hay crisis pero también hay psicosis de crisis que eso es más grave todavía. A mi me hace gracia cuando digo que estoy en una obra de teatro y la gente quiere que le invite. Es como si trabajas en una carnicería y te pido la carne gratis. A mi todavía no me han regalado nunca ningún filete”, se queja.
Actuar, no hablar
Él no quiere encasillarse. “A mi me parece tanto una pose el pesimismo como el optimismo. Uno es el idiota con la venda en los ojos y el otro, es el típico que cuando intentas algo te aconseja que no lo hagas porque no te va a salir”.
Él tiene clarísimo que es el momento de hacer cosas. “Empezar a ser imaginativos y exigirnos más a nosotros mismos, a nuestros gustos televisivos, musicales, sobre todo a ser dueños de nuestro silencio porque por cada idiota que habla… El 99,9 por ciento habla sin criterio y me resulta chocante que teóricamente España se ponga a hablar y no a hacer”, reflexiona.
Apolítico aunque “consciente de lo que ocurre e informado porque es necesario” no confiará en nadie hasta que “un político sea alguien que no caiga en los vicios y tentaciones en los que puede caer cualquiera. Deberían tener una formación específica”.
Pero si se habla de trabajo le cambia la expresión. “Si me proponen hacer doblaje mañana lo haré, si me proponen hacer un programa en directo tirándome de un paracaídas lo haré aunque ahora estoy en vena muy teatral, me lo estoy pasando muy bien”.
Aunque lo que él prefiere son los proyectos. “Es una cuestión de ilusión con la que afrontes las cosas, aunque cuando la necesidad aprieta todo cambia. El ser humano es más hipócrita que todo esto, porque si tiene necesidad de algo lo va a hacer. El estatus de una persona en la vida es frágil”.
Respeto y más respeto
No le gusta juzgar ni ser juzgado. “Que alguien venga se lea mi curriculum y me diga que no soy actor, llevo 26 años trabajando. Estudié Periodismo pero no soy periodista, igual que uno puede tener Derecho y no ser abogado”.
Ahora se define “como el perejil que está metido en todas las salsas”. Se encuentra componiendo para un musical que se estrenará en el Festival de teatro de Almagro; con representaciones de otro que se llama ‘Edgar, escritor de sombras’ que es un compendio vida-obras de Edgar Allan Poe, una adaptación de ‘La caída de la Casa Usher’ y en uno del que todavía no puede desvelar nada. “En definitiva trabajo, tengo trabajo y trabajo en lo que me gusta”.
Con tres discos en el mercado, el cuarto se resiste. “Sinceramente no he pensado en ello. No estoy en esa longitud de onda ahora mismo. El tiempo ha pasado pero por suerte no he podido estar ocho meses componiendo”.
Respecto al cine lo tiene claro. “El cine francés es el cine perfecto, es mi referente. Ves los planteamientos de las películas francesas y no les sobra ni una coma. Hasta la película más tonta es maravillosa”. En España le encantaría trabajar con Rodrigo Cortés o con Juan Antonio Bayona aunque insiste en una cosa: “Los americanos son expertos haciendo lo que hacen los americanos pero nuestros actores tienen muchísimo más background, más fondo, más profundidad, hay grandes actores en este país”.
Como un todo terreno, no espera nada de la vida, “intento siempre disfrutar, no esperar”. También disfrutarán de él sus fans porque pronto estará otra vez manos a la obra.
Texto e Imágenes: Natalia Pulido. @npulidojimenez