El pasado 1 de octubre se conmemoró el Día Internacional de las Personas de Edad; teniendo en cuenta que en el mundo somos alrededor de 800 millones de personas que peinamos canas y con una previsión de que se duplique en veinte años (sólo en España se alcanza el 20 por ciento de la población, y con la misma tendencia mundial de crecimiento), este día se creó el 14 de diciembre de 1990, en una Asamblea General de Naciones Unidas, con la intención de destacar el cambio demográfico en la población mundial y la necesidad de crear nuevas políticas que beneficien a las personas mayores de edad, sin discriminación.
Si no me equivoco, va a hacer treinta y tres años desde que creó este día con estas premisas. Algunos, en 1990, éramos jóvenes, ahora formamos parte de ese 20 por ciento de españoles que teñimos de blanco la península. Por supuesto, que se han conseguido muchas cosas, pero como todo, aún queda por hacer.
Me contaba Belinda, que en los últimos dieciocho años formó parte de una inmobiliaria reconocida a nivel europeo, cuya posición en la empresa era de alta responsabilidad con personas a su cargo y toma de decisiones, que llevaba jubilada poco más de un año y que, a veces, se sentía algo desplazada por la parte de la sociedad que aún está laboralmente activa. Es sutil, casi como si no pasara, tanto, que ha llegado a pensar que eran figuraciones suyas. Como si su opinión, no contara, como si su bagaje profesional no fuese de esta época, tratándola con una especie de desdén incómodo.
Aunque, he de decir que, es una de las personas con las que puedes hablar de sociedad, de moda, de política, de religión, de libros, de películas, de música y de un sin fin de temas. Como se suele decir, hablar de todo. Deja su opinión sin destruir la de su interlocutor, dejando claro su punto de vista, pero sin tener la mínima intención de cambiar el criterio de la otra persona, ni convencerle de que la suya es la mejor opción. Con voz firme y sin alterarse, si se siente incómoda. Un fiel reflejo de lo que es la inteligencia emocional y la psicología positiva.
Como si su opinión, no contara, como si su bagaje profesional no fuese de esta época, tratándola con una especie de desdén incómodo
En este periplo de la jubilación, se inscribió en agrupaciones para personas de su edad y vio, con desaliento, que eran las mismas actividades que recibía su madre años atrás. Pensó que no era lo suyo, que no podían ser las mismas técnicas para los mayores del siglo XXI, que para los mayores del siglo XX; que habían cambiado, que la evolución de la sociedad había sido otra, que aunque la comunidad virtual, informática y de nuevas tecnologías, les habían ganado el terreno, no eran las mismas personas mayores de los años ochenta ni noventa, que necesitaban otras cosas, que eran más activas, que su forma de vestir, y la de las personas de su misma edad, era jovial y sin lutos extremos, que no a todo el mundo les gusta la música de José Vélez, ni la de Los Panchos (por decir). Ella, por ejemplo, es fan, fan de Pink Floyd, Santana, Eric Clapton (mano lenta)…, Ana Belén, Luz Casal, Joan Manuel Serrat, Christina Rosenvinge (Voy en un coche…, con Los Subterráneos) y muchos otros que escuchaba cuando era más joven… y que sigue escuchando.
También le gusta mucho la música indie, como la que hace Vetusta Morla y grupos de rock y cantantes que ha descubierto con sus hijos e hijas, como The Strokes, Alice Wonder o De Pedro. No todo es Manolo Escobar (con todos mis respetos)
Belinda, es una persona mayor del siglo XXI que está en otra. No quiere ser ninguneada por los jóvenes, ni por los adultos de mediana edad, que pretenden comerse el mundo, sin saber que pueden fenecer de indigestión… (en sentido figurado, quiero explicar), que tiene su propio criterio, que quiere compartirlo y no va a consentir que le aparten de la sociedad, sin luchar.
Debe haber un cambio, siempre con respeto hacia las personas que han ido allanando el camino de esta sociedad
Se sabe valiosa y, si puede cambiar algo, no va a permitir que continúen las mismas políticas para “entretener” a las personas mayores. Y exige entendimiento para modificar la acciones.
Debe haber un cambio, siempre con respeto hacia las personas que han ido allanando el camino de esta sociedad, que sin ellas aún seguiríamos anclados, y sin incluirlas en el mismo cajón de sastre de siglos anteriores.
Belinda conoce este comportamiento hacía las personas de edad con el nombre de Edadismo, acuñado por Robert Butler en la década de los ’60, para referirse a los estereotipos y prejuicios existentes en relación a la edad.
Gracias, Belinda, mujer luchadora, por querer cambiar el presente de las personas de edad; seguro que nos volvemos a encontrar y me cuentas.
Yolanda R. Herranz @MyolRh
Yolanda que verdad y que bien redactado, las personas que ya tenemos una edad nos vamos dando cuenta de lo que le pasa a Belinda y efectivamente no tenemos nada que ver a las personas de nuestra edad de hace 40 años o menos vestimos de otra manera vamos al gimnasio, estamos mas en el tiempo que vivimos etc.
Continua escribiendo me encanta leerte
Gracias, querida amiga!! ?
Sabemos de lo que habla Belinda, ¿verdad?
¡Somos valiosas!