Sale a la venta la nueva novela de Alejandro Palomas titulada Un perro (Ediciones Destino), que devolverá la vida a esos personajes que enamoraron a tantos lectores en su obra Una madre (Ediciones Siruela). Villaviciosadigital le ha entrevistado para nuestra sección Letras Bajo flexo.
“La materia prima de la que parto la conozco bien, voy trabajando el barro. En Una madre no había ninguna expectativa, fue una novela en la que yo trabajé (como hago en todas) consciente de que nadie me esperaba al otro lado, nadie esperaba que yo escribiera nada, con lo cual estaba muy tranquilo y muy disfrutón. Me la he llorado entera y me la reído entera. Las sensaciones que me cuentan los lectores las conozco muy bien porque yo escribo sin saber lo que voy a escribir, no tengo ningún parámetro, ninguna pauta ni ningún plan para el día siguiente. Cuando les pasan cosas a los personajes, me pasan a mi y me duele, emociona y río mucho. Es muy intenso”, cuenta el autor.
Ahora en Un perro vuelven Amalia, Fernando, Emma y Silvia. “En esta novela hay que ir descubriendo cosas a medida que avanzas. Cada paso influye mucho en lo que vas a seguir leyendo, trazos que cambian muy de golpe la estructura de la obra. Es una novela de un color muy parecido al de Una madre, son los mismos personajes pero es mucho más entrañable”, adelanta.
“En Un perro hay un clima que se mantiene pero es como si el lector o la lectora fueran cambiando el destino de la historia según van leyendo y eso me parece brutal, yo no sé cómo lo he hecho porque ahora mismo no tengo ni idea, ha sido puro instinto. Nunca me había pasado. Hay una implicación tal por parte del lector que pone los pelos de punta”, asegura.
El éxito de Una madre ha hecho que después de dos años continuara con su promoción. “Me encanta y siento debilidad por esa novela, era difícil plantearse una continuidad porque el listón está muy alto y hay muchos lectores que van a estar leyendo con lupa. Lo bueno de esto es que no es exactamente una segunda parte pero no me quería despedir de esos personajes, no era capaz”.
«Cuando pones las heridas en el papel enseguida alguien se reconoce»
Personajes que los lectores volverán a acariciar de nuevo porque como si fueran de carne y hueso. “El tipo de ficción que yo hago es muy difícil que no nazca de ti, además es que eso se nota. Tu sabes cuando alguien escribe sobre algo que tiene muy cerca, cosas que le pasan a uno, que las ha vivido, que no se pueden escribir si no se han experimentado. Me gusta mucho utilizar mi vida para escribirla, para hacer de lo pequeño algo grande, y eso solo puedes hacerlo con las vivencias porque sino la imaginación se queda muchas veces en imaginación. Cuando pones las heridas en el papel en seguida alguien se reconoce”, cuenta.
Con Un perro los lectores saborearan otra vez retazos de la dulzura de Amalia, la añoranza de Emma, la frustración de Silvia y la figura de Fernando, el que va mirando todo y a todos en Una madre. “Empecé ese libro porque viví una situación en la que de repente fui consciente de que en algún momento iba a dejar de tener a mi madre y lo único que se me ocurrió para no perderla es escribir porque cuando ya no esté puedo tener algo a lo que agarrarme, sentir lo que siento cuando estamos juntos. El origen de esta novela es una semilla muy pequeña pero, en mi caso, las semillas pequeñas son las que me empujan”.
Directo al plexo
Y es que las historias de Alejandro Palomas se caracterizan por ser muy intensas. “Me gusta llegar, me gusta gustar y sobre todo me gusta mucho emocionar. No paso mucho por la mente del lector sino que soy un escritor que va directo al plexo y esto me parece un milagro porque además nunca creí que pudiera llegar a hacerlo y de repente ves tus emociones multiplicadas”, confiesa.
Licenciado en Filología Inglesa, Alejandro ha compaginado sus incursiones en el mundo del periodismo con la traducción de importantes autores pero tenía muy claro hacia donde iba que es, precisamente, donde está ahora. “Me lo he currado mucho y me he dejado los nudillos pero ha merecido la pena porque no he tenido que traicionarme y no he tenido que hacer nada que no quisiera hacer. No he tenido que venderme barato. Me gusta mucho lo que veo cuando echo la vista atrás”.
“Soy el típico caso de niño que escribe desde pequeño y empecé a escribir porque necesitaba crear un mundo distinto al que yo veía, el típico mundo de una familia en la que todo está bien pero nada está bien. Cuando eres pequeño no entiendes las omisiones, a mi eso me creaba un cacao en la cabeza terrible, sentía que no pertenecía a ninguna parte. Yo tenía la fantasía de que en algún momento de mi vida conocería una realidad, un mundo que fuera a mi medida, en el que yo encajaría. Desde muy pequeño escribí para crearlo”.
Aquel niño que, como muchos, tenía su personaje favorito. “Desde siempre he sido muy fan de Mary Poppins, he estudiado e investigado sobre ella y finalmente descubrí una Mary que no es la que vemos normalmente. Por eso escribí el libro de Un hijo, cuyo título original es El niño que quería ser Mary Poppins. Hay mucho de biográfico en esa novela, creo que es la novela, no tanto en los hechos sino en la atmósfera de la obra, que es literalmente biográfica”, asegura.
Un viaje intenso
Un hijo (Editorial La Galera), que vio la luz en enero del año pasado. “Explicar las novelas, compartirlas, me gusta mucho y no tengo mesura, no tengo mesura para nada en esta vida y me estoy dando cuenta ahora”, bromea. “No tengo mesura para escribir, para querer, para odiar… lo mas curioso es que no creía que era así, pensaba que era una persona más cerebral y con los años me doy cuenta de que tengo una incontinencia emocional brutal”, ríe.
Un escritor que cuando empieza a escribir no hace nada más que pasear con su perro y comer sano. “Cuando empecé con Una madre soñaba mucho con la novela. Es un doble trabajo porque cuando apagas el consciente se enciende el inconsciente y cuando te despiertas por la mañana lo primero que haces es enlazarlos, sentarme y revisar lo anterior para seguir hacia delante. Es muy intenso. Es como un viaje, precioso. Hay gente que se toma tres meses sabáticos que sin sueldo se van a recorrer un lugar, esto es un poco así, la sensación de no poder hablar de lo intenso que ha sido todo”, cuenta.
«Curiosamente he sido una persona muy insegura en todos los aspectos de mi vida excepto en el trabajo, en mi vocación»
Para escribir ha de estar solo. “Necesito un lugar cerrado y no tiene que existir la posibilidad de que aparezca nadie. Tengo el móvil apagado por si llama alguien, la puerta cerrada con llave… que aparezca alguien de repente me perturba mucho. Es como si te sorprendieran en algo que nadie debería sorprenderte. El único que está conmigo es mi perro”, ríe.
Y cuando sale una obra suya está segurísimo de sí mismo. “Curiosamente yo he sido una persona muy insegura en todos los aspectos de mi vida excepto en el trabajo, en mi vocación. Siempre he estado muy seguro de que lo que hacia era lo que tenía que hacer, quizás por eso no me dan miedo las críticas. Soy muy honesto con lo que hago y cuando eres así, no hay elección”.
Diálogos a viva voz
Deportista, competitivo en el juego y amante del silencio. “Estar en silencio y hacer cosas que se hagan en silencio es lo que más me gusta del mundo”.
Entre otras novelas, ha publicado El tiempo del corazón (Siruela, por la que fue nombrado nuevo talento Fnac), El secreto de los Hoffman (finalista del Premio de Novela Ciudad de Torrevieja 2008), El alma del mundo (finalista del Premio Primavera 2011), El tiempo que nos une y Una madre, con la que inició la serie de personajes que ahora retoma en Un perro.
Con este último trabajo los lectores volverán a disfrutar de su fuerte: los diálogos. “Los escribo en voz alta y los dramatizo. Considero que hay mucha música en los diálogos escritos y, como los hago en voz alta, en seguida sé si algo falla o no. Me gustan mucho los diálogos naturales, no soporto los diálogos de algunas novelas que parece que los personajes hablan a través de una voz de alguien que los corrige. No entiendo el por qué de eliminar palabras malsonantes cuando en realidad hablamos mal. Los diálogos son la parte de la realidad que tiene que estar en la novela”.
Con su última novela “íntima y cercana” Un perro ya a la venta, Alejandro se despide confesando a Villaviciosadigital algo fundamental en su mundo perfecto. “Un mundo en el que desaparezca la expresión sufrir como un perro, es una expresión horrible que dice mucho de una sociedad. Una frase que en un mundo perfecto debería estar eliminada”.
Texto: Natalia Pulido
Imágenes: cedidas por Alejandro Palomas