En esta columna que agradezco e inauguro, quiero comenzar por manifestar que aunque actualmente no ejerzo ni como educadora, ni como antropóloga, han sido estas profesiones las que han enriquecido dos de mis principales anhelos: el conocimiento de lo humano a través del conocimiento del “otro” y el interés por la educación como la principal vía para mejorar nuestra existencia[1].
Considero la educación en su sentido original, educar es guiar, y la contemplo en su dimensión más atenta a la diversidad del alumnado y al afecto por el mismo. Desconfío de cualquier educación que no tenga en cuenta los diversos intereses, estilos cognitivos, cultura, personalidad, condicionantes familiares y sociales… del alumnado, o que no considere el afecto y la empatía como vehículos imprescindibles para afianzar su formación como personas y aumentar sus conocimientos. Por otro lado, no pierdo de vista algo que suele pasarse por alto: todos los adultos somos educadores y educandos. Educamos, lo queramos o no, aunque solo sea con nuestro buen o mal ejemplo, y seguimos aprendiendo hasta que morimos, sin que podamos despejar todas nuestras dudas, ni dejar de equivocarnos.
Esta columna nace con la intención de poner la lupa en aspectos que condicionan positiva o negativamente nuestra vida en común con el deseo de enriquecer nuestro abordaje del mundo personal y social (irremediablemente unidos). Un empeño muy ambicioso que procuraré ejercer desde la humildad, reconociendo que en estas lides soy aprendiz de todo y maestra de nada.
Hace años que sabemos lo importante que es tener inteligencia emocional para ser más felices, para vivir una vida que merezca ser vivida, en la que nos sintamos bien con nosotros mismos, porque tenemos la conciencia tranquila y mantenemos una relativa armonía en las relaciones con las personas que tratamos. Si conseguimos eso y sorteamos las peores tragedias que puedan acuciarnos, podremos vivir más momentos felices y construir un mundo mejor.
Para mí el objetivo máximo de la vida no es huir del dolor, la incertidumbre, el miedo, la desconfianza… es saber convivir con ello y hacer que nos estorbe lo menos posible para trabajar por conseguir nuestros mejores anhelos personales y contribuir con nuestro ejemplo o acción a mejorar el mundo, aunque solo sea en nuestro entorno, si no queremos o no podemos llegar más lejos. Por ello considero que la inteligencia emocional, aquella que nos permite reconocer nuestras emociones y gestionarlas de la manera más adecuada para sufrir y hacer sufrir lo menos posible, y poder disfrutar mejor los buenos momentos, está íntimamente relacionada con la inteligencia social, esa inteligencia que a mi criterio nos provee de una sana conciencia social, producto de la empatía, y nos permite desarrollar en toda su plenitud nuestra sociabilidad innata, generando bienestar a nuestro alrededor y alimentándonos del que generan otros.
Para mí el objetivo máximo de la vida no es huir del dolor, la incertidumbre, el miedo, la desconfianza… es saber convivir con ello
Hace poco ha comenzado el año y han proliferado, como siempre, en chats, correos electrónicos… felicitaciones y buenos propósitos para el nuevo año. Por si no hubierais quedado hartos yo quiero hacer lo mismo, sin barato “buenismo”, mencionando aquello que creo no debemos perder de vista si queremos sentirnos mejor y generar una sociedad más feliz, menos frustrante, menos injusta. Mis primeras recomendaciones son:
- Muévete por aquello que te motiva, por lo que sientas pasión. Te vas a sentir mejor y seguramente lo vas a hacer muy bien. Inténtalo reiteradamente de distintos modos porque normalmente no se consigue a la primera, y no fracasa el que más falla, si no el que antes se rinde. (Quién tiene un “por qué” para vivir suele encontrar el “cómo”).
- Cuídate de la influencia de las personas negativas (“tóxicas”) que tengas en tu entorno. No dejes que campen a sus anchas personas sin empatía, envidiosas, hipócritas, narcisistas, retorcidas, victimistas, celosas, resentidas, manipuladoras, agresivas, que gustan de excluir o subordinar al otro (racistas, xenófobos, machistas, acosadores morales…).
- Analiza si tú en algunos aspectos, o en muchos, puedes ser una persona tóxica para tus cercanos, y, si es así, pide ayuda profesional para cambiar.
En el futuro profundizaré en alguno de estos aspectos, como el acoso moral, el machismo…, los problemas educativos u otros relacionados con la exclusión o subordinación de identidades culturales, políticas, religiosas… patentes en guerras, actos terroristas, ideologías políticas… Espero estar a la altura.
[1] Estas disciplinas me inspiraron para escribir “Ideologías Excluyentes (Pasiones y razones ocultas de la intolerancia al otro”), Ed. Catarata.
Yolanda Guío @Guiocerezo
(Educadora y antropóloga)
Enhorabuena por tu columna. Atenta estare a ella. Estoy de acuerdo, si tienes un porque para vivir, encuentras tu como. Genial!!
Me parece una forma positiva de ver el entorno y con buenas expectativas para las próximas lecturas.
Agradezco estás lineas tan digestivas de cara a un nuevo año de nuestra renovación para con los demás.
Es muy acertado el texto con ejemplos del día a día como la motivación y pasión además del machismo y toxicidad de personas del entorno cercano que pudiéramos tener.
Es una realidad actual que con la educación se pueden eliminar de nuestra sociedad.
Enhorabuena por la columna.
Sin duda será interesante seguir tus reflexiones y análisis sobre estos temas que claramente dominas como intelectual pero también como mujer inquieta y preocupada por la realidad que nos rodea sólo con la revisión constante de nosotros mismos y nuestro entorno podremos mejorar gracias por tu aportación
Estoy muy agradecida a vuestras buenas impresiones y el ánimo que me dais para seguir con esta tarea. Un saludo cariñoso para todos y mis mejores deseos en nuestra cotidiana tarea de ser mejores, que muchas veces pasa por el trabajo de deconstruirnos, es decir desaprender y descartar ciertas actitudes negativas que hemos ido incorporando con el paso del tiempo.
Gracias por tu continua aportación (ahora a través de esta nueva vía).
Leí tu libro y te seguiré desde aquí para aprender y poner en práctica tus aportaciones didácticas. Gracias Yolanda