¿Por qué la misericordia lleva a visitar voluntariamente internos en las prisiones?

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Joaquín Varo, vecino de Villaviciosa de Odón e integrante de la pastoral Penitenciaria de la Diócesis de Getafe. (Foto: Juan Lucas).

Joaquín Varo (70 años), vecino de Villaviciosa de Odón, es uno de los voluntarios de la pastoral Penitenciaria de la Diócesis de Getafe que todas las semanas desde hace 10 años visita a los presos de Navalcarnero y cuenta a Villaviciosadigital una experiencia que según él le ha cambiado la vida.

¿Es posible dedicar tiempo desinteresadamente a personas que han traficado con drogas,  que han robado, o incluso que han asesinado y violado y que están cumpliendo condena por esos delitos? Sí, es posible, aunque cueste creerlo para la mayoría de los mortales. Hay que estar impregnado de una pasta especial para poder hacerlo, para «gastar» la vida por acompañar a estas personas. ¿El secreto de los voluntarios? En muchos casos su fe y en la mayoría su misericordia con el prójimo, más allá del mal que hayan cometido.

La pastoral Penitenciaria de la Diócesis de Getafe, a la que pertenecen municipios como  Villaviciosa de Odón, Móstoles, Alcorcón o Boadilla del Monte, cuenta con un grupo de 12 voluntarios (a los que próximamente se sumarán cuatro caras nuevas), en su mayoría gente mayor, que junto a un capellán realizan cursos y promueven iniciativas en las prisiones de Navalcarnero, Valdemoro y Aranjuez (esta última mixta de hombres y mujeres). En este momento, sólo un villaodonense forma parte del equipo que visita a los internos de estas carceles: Joaquín Varo. Fue hace 10 años cuando el por entonces párroco Eladio López, le sugirió la posibilidad de hacer esta encomiable labor.

Las personas procedentes de Villaviciosa de Odón, Móstoles y Fuenlabrada, son los encargados de hacer esta labor en Navalcarnero. Este centro abrió sus puertas en el año 1992 y recibió muchos internos procedentes de la antigua cárcel de Carabanchel. En estas instalaciones hay más de 1.000 reclusos, todos hombres, cumpliendo diferentes penas repartidos en 10 módulos. Actualmente los presos cuentan con el apoyo de 11 ONG que van desde Alcohólicos Anónimos, pasando por Proyecto Hombre y hasta diversas organizaciones de diferente carácter religioso (católicos, evangélicos o musulmanes).

El orden en la prisión es esencial, si el interno se comporta dentro de las líneas marcadas, puede mantenerse en los denominados módulos de respeto. En el caso de que no cumpla con las normas, puede ser enviado a otras dependencias en unas condiciones más restrictivas. Los presos pueden estudiar una carrera universitaria, Bachillerato, aprender a leer o simplemente valores. También pueden apuntarse a talleres de formación profesional para ser, por ejemplo, panaderos o cocineros.

Tal y como describe Joaquín Varo a esta web, muchos de los reclusos cumplen con penas derivadas de delitos relacionados con las drogas (tráfico, robos, etc) pero también hay hombres de “traje y corbata de Armani”, como los define él mismo. Aunque continúa destacando que los voluntarios no conocen los motivos que les han llevado a prisión y no lo preguntan. Y es que subraya que él cuando acude a realizar su labor pastoral, no va a ver a un asesino, a un atracador o a un violador, si no a un hombre en la cárcel. En este punto, este voluntario hace referencia unas palabras del papa Francisco: «Un cristiano está llamado a hacerse cargo, para quien se haya equivocado, comprenda el mal realizado y vuelva a sí mismo. La falta de libertad es sin duda una de las privaciones más grandes para el ser humano».

Cuando estos miembros de la pastoral llegan a las instalaciones de Navalcarnero circulan por un gran pasillo que rodea internamente el centro y al que llaman “la M-30”. Este espacio da acceso a los módulos, enfermería, cocina, etc. Es la arteria por donde transitan todas las personas. Allí se encuentran con los presos que esperan para entrar a los locutorios para ver las visitas, funcionarios de la prisión acompañando a los internos o enfermeras repartiendo la medicación, u otros que esperan para asistir a misa.

Cuando Joaquin Varo va prisión, no va a ver a un asesino, a un atracador o a un violador, si no a un hombre encarcelado

Sobre este último punto, Joaquín pone el foco acerca de lo diferente que son estos actos religiosos en la cárcel frente a las misas a las que los feligreses están acostumbrados. Y es que cuenta que en la prisión los internos interrumpen, preguntan, rebaten y participan, «es otra historia». Además, los internos tienen la posibilidad de apuntarse a catequesis y biblia.

Con todas estas actividades se busca romper la monotonía de la cárcel, evitar que los internos se “prisionicen” y convertir el día a día de la prisión en su forma de vida. Otra de ellas es, por ejemplo, organizar salidas con familiares y presos de las tres carceles, en total unos diez como máximo por prisión, con los que hacen una comida de convivencia. Por otro lado, tienen programados varios talleres durante la semana. El lunes, por ejemplo, imparten uno de comunicación; los miércoles es momento para la clase sobre educación en valores; los sábados celebran misa, en un primer turno a las 10.00 y otro a las 11.00, en una sala multiusos que se adecua con la simbología correspondiente al acto que vaya a celebrarse en cada momento.

Muchas veces se lo digo a mi mujer; no puedo dejar de ir a la prisión porque allí es donde más me abrazan

Varo se se encarga de gestionar del taller de comunicación y cuenta con una veintena de presos. La asistencia no es obligatoria y en ocasiones el horario del curso puede coincidir con visitas, lo que hace que el número de participantes pueda variar. En esta actividad pueden encontrarse internos de los diferentes módulos de la prisión que durante el tiempo que dura la sesión suelen ver algún programa de televisión o película que hable de cultura, valores, ciencia o violencia. Esto servirá como tema para la charla y el debate posterior en el que se profundiza sobre lo que han visionado. Con ello rompen su dinámica, analizan la problemática que se les muestra y sacan conclusiones.

Durante estos talleres los voluntarios están solos con los presos, sin la presencia de los funcionarios. Cuando hay algún problema entre internos a lo largo del desarrollo de las mismas, normalmente se mantiene la confianza en intentar resolver los conflictos de forma amistosa y razonando, incluso entre abrazos. “Muchas veces se lo digo a mi mujer. No puedo dejar de ir a la prisión porque allí es donde más me abrazan”, afirma entre risas Joaquín.

Una de las cosas por las que sienten rabia muchas veces, tanto él como el resto de integrantes de la pastoral, es cuando se reencuentran en la prisión con gente que ha reincidido. Un sentimiento que se une a la vergüenza que muchas veces sienten los propios reclusos por haber vuelto a delinquir. Hasta el punto en el que alguno de ellos llega a pedir ser trasladado a otro centro para no coincidir con la misma gente.

Actividades no solo para católicos

Pese a que Joaquín pertenece a la pastoral penitenciaria de la Diócesis de Getafe, explica que sus talleres no se limitan únicamente a personas católicas. En concreto recuerda a ‘Juanito’, un musulmán de Somalia y de nombre impronunciable al que pusieron este apodo, que fue arrestado en relación con los asaltos de barcos españoles en las costas de su país, y que acudía a las clases. Allí coincidía con, por ejemplo, un abogado español ateo, un venezolano u otro musulmán, entre otros. Algo que para Varo enriquece al grupo y ayuda a exprimir mejor el tiempo.

Al hablar del abogado español, este villaodonense recuerda como durante el tiempo que este hombre estuvo en Navalcarnero se encargó de ayudar a los internos, gestionaba recursos, o la obtención de permisos. Ahora esta persona sigue cumpliendo su pena en otro centro, pero en alguna ocasión acude a Navalcarnero durante sus permisos para asistir a alguno de sus compañeros reclusos con los que comenzó a trabajar durante su etapa allí.

Por otro lado, el grupo de voluntarios de la pastoral a su vez colabora con la organización Manos Unidas y ayudan a que los internos contribuyan también. Por ejemplo, para fomentar la participación de los internos en actividades, se propone a las personas allí recluidas que, por cada uno de ellos que salga a correr al patio, la pastoral aportará en su nombre cinco euros para un proyecto educativo de esta organización en Burundi.

¿Cómo ayudan a los presos?

Varo comenta que los internos muchas veces son máquinas de pedir ya que, según apunta, en el centro les proporcionan lo justo. En este asunto, la parroquia de Santiago Apostol de Villaviciosa de Odón ayuda a los voluntarios de prisiones con en torno a 3.000 euros al año para comprar ropa, zapatillas, material, tarjetas telefónicas, etc. Si alguien lo que quiere es ayudar con dinero para algún interno en concreto, el preso tiene su peculio con el que a través de un número de cuenta bancaria se puede realizar una transferencia para esta persona en prisión.

Para los casos de reclusos que disfrutan de permisos y no tengan donde ir, desde las distintas ONG presentes en el centro se les puede facilitar alojamiento para que tengan donde quedarse durante el tiempo que estén fuera. Si se diera el caso de que no tuvieran dinero para comer durante estos días, por ejemplo, desde Cáritas se pone a su disposición los comedores sociales de la zona en la que se encuentren.

Asímismo, destaca este villaodonense que la visita a los presos le ha cambiado la vida y le ha enseñado a ver las cosas desde otro punto de vista. Señala que mucha gente que no entiende la labor que realizan los centros penitenciarios y piensan que se trata de hoteles. Además, la tarea de Varo en torno a las cárceles no se circunscribe únicamente a la visitarles, ya que participa habitualmente en alguna clase del Grado de Criminología en la Universidad Europea de Madrid para compartir con los alumnos su experiencia. Además, ha impartido charlas en algunos colegios de Villaviciosa de Odón y de otros municipios de la zona en los que ha compartido sus vivencias con los estudiantes.

El último informe de Instituciones Penitenciarias señala que en España hay 51.029 presos

Algunas cifras

La población reclusa en los Centros Penitenciarios dependientes de la Administración General del Estado a fecha 31 de diciembre de 2016 era de 51.029 internos, según el Informe General 2016 elaborado por Secretaría General de Instituciones Penitenciarias, último publicado hasta la fecha. Según datos de este mismo documento, nueve de cada diez internos son hombres, siendo el grupo más numeroso el de las edades comprendidas entre los 41 y 60 años.

Desde Instituciones Penitenciarias desarrollan con los internos programas, por ejemplo, de Biblioteca y Animación a la Lectura, que buscan iniciar y afianzar su hábito lector de los internos, siendo el de Navalcarnero uno de los centros que han contado con esta iniciativa en 2016. Además, existen otros que promueven la práctica deportiva y la competición.

Las personas interesadas en realizar la labor de voluntariado en la pastoral penitenciaria pueden dirigirse al despacho parroquial situado en la Avenida Laura Garcia Noblejas, 1 bis y hablar directamente con el párroco, Álvaro Ojeda.

Mientras tanto, Joaquin Varo continuará como representante villaodonense asistiendo a los presos de la cárcel de Navalcarnero y llevándoles su misericordia.

 

Juan Lucas

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