La cercanía al 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, es buena excusa para tratar el papel que debemos jugar los hombres para también sumarnos a la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres por una sociedad más justa.
La UNESCO define la igualdad de género como «La existencia de una igualdad de oportunidades y de derechos entre las mujeres y los hombres en las esferas privada y pública que les brinde y garantice la posibilidad de realizar la vida que deseen. Actualmente, se reconoce a nivel internacional que la igualdad de género es una pieza clave del desarrollo sostenible«. Sin entrar en realidades terribles como las que viven las mujeres en tantas partes del mundo, por ejemplo, en Irán, en esta nuestra sociedad occidental aún quedan muchas cosas por hacer para que la igualdad sea real.
Y esto, sin duda, es una tarea diaria en la que revisar viejos modelos a los que muchas veces nos descubrimos respondiendo, por lo que la atención y la escucha es necesaria para, además de avances normativos y sociales necearios, cada cual en nuestra realidad, colaboremos a construir relaciones sanas e igualitarias que nos benefician a todas y a todos.
en nuestra sociedad occidental aún quedan muchas cosas por hacer para que la igualdad sea real
En este horizonte de igualdad el papel de los hombres es de formar parte, codo a codo, beneficiándonos también de una evolución que supere el tipo de masculinidad vigente hasta ahora. Esa masculinidad hegemónica, tradicional, tantas veces tóxica, en muchas ocasiones ya superada pero en otras excesivamente presente aún en nuestro acervo cultural y sus expresiones diarias, esas que contienen un mandato de género implícito en el que hemos sido educados, dividiendo el mundo en lo «permitido» y correcto según si al nacer, en caso de tratarse de una película de sobremesa, hubiesen dicho «es niño» o «es niña».
Expresiones y mandatos aparentemente superadas, pero que quizá no lo estén tanto, o no del todo:
«Los chicos no deben llorar», asociamos las masculinidad a esa hombría en la que llorar es cosa de niñas o de hombres débiles, gays, añadiendo un rasgo de homofobia que caracteriza a la masculinidad hegemónica y tóxica. Venimos de una sociedad que ha enseñado a los hombres a reprimir sus emociones (relegando lo emocional a las mujeres, tachadas a la vez de débiles por ello); ya es tiempo de permitirnos sentir y expresar, cuidar y decir.
«Cómo no va a querer sexo, ¡si es un tío!» Asociamos al hombre como un ejemplo de seductor, ligón e identifica la virilidad o la hombría con el mayor número de conquistas y parejas sexuales. Ese rol aparece perfectamente visibilizado en muchas películas, series o conversaciones de bar entre grupos de hombres.
ya es tiempo de permitirnos sentir y expresar, cuidar y decir
«El hombre corresponsable es «el hombre blandengue»». Se asocia el hombre que comparte tareas domésticas, la compra o cuidados de la infancia con un hombre que tiene un rol que no le corresponde. El papel del hombre debe reducirse a las tareas manuales; bricolaje, electricidad,…
Estos ejemplos y tantos otros que parecen superados pero sobre los que seguimos frivolizando y encorsetándonos de manera frecuente y en más colectivos de los que parece; hace ya casi 20 años que fui invitado a participar en un taller sobre masculinidad: el objetivo de aquella sesión era deconstruir las masculinidades hegemónicas para alcanzar unos comportamientos igualitarios y cambiar los hasta entonces roles tradicionales entre hombres y mujeres. El fin del taller consistía en promover modelos de masculinidad positivos, saludables y libres de violencia. Aquella experiencia de nueva masculinidad me permitió junto a otros compañeros trabajar en la construcción de nuevas masculinidades y ser participe del grupo «hombres contra la violencia de género». Ante una masculinidad dominante y tóxica urge trabajar por nuevas realidades, la masculinidad también se construye. Dependerá de nosotros como construimos una forma de situarnos en el mundo más respetuosa e igualitaria.
Ante una masculinidad dominante y tóxica urge trabajar por nuevas realidades
Para José Ignacio Pichardo, profesor titular del Departamento de Antropología Social y Psicología Social de la Universidad Complutense de Madrid, «la masculinidad tóxica nos invita a comportarnos como hombres fuertes y superiores a las mujeres. Y así es difícil construir el respeto. Debemos ser más libres, ser más nosotros mismos y que nos dé igual lo que piense el mundo. Esos son valores de la nueva masculinidad. Como varones tenemos que seguir explorando, preguntando y empatizando con las mujeres para alcanzar una sociedad más igualitaria. Tenemos la responsabilidad de informarnos y formarnos, de escuchar y ponernos en la piel de nuestra pareja, de nuestras amigas, de nuestras compañeras, nuestras colegas… y, en general, de todas aquellas mujeres que tenemos a nuestro alrededor».
Desde otras masculinidad debemos trabajar por una sociedad más justa que acabe con desigualdades estructurales como la brecha salarial, la violencia de género o la feminización del cuidado. Para poder deconstruir y desarticular la masculinidad es importante y necesario, además, entender la lógica de su funcionamiento, es decir, entender todas aquellas expresiones hegemónicas que la definen. El lenguaje crea realidades.
Es necesario también un cambio de mentalidad, de forma de pensar, de sentir y de mostrarse
Para que este cambio social se materialice no es suficiente con los cambios legales conquistados hasta ahora. Es necesario también un cambio de mentalidad, de forma de pensar, de sentir y de mostrarse. Y ese cambio debe ir más allá de lo personal, debe ser estructural: en la política, en los medios, en el sistema educativo, el Derecho, la economía, las instituciones, los cuidados… Para el profesor Pichardo «a los hombres nos falta la parte de tomar conciencia de que este sistema nos perjudica a la mayoría de nosotros, además de perjudicar claramente a la mitad de la humanidad, es decir, a las mujeres. Debemos empatizar, ser conscientes de nuestros privilegios y comprender que para llegar a esa sociedad igualitaria vamos a tener que renunciar a algunas cosas pero, a cambio, ganaremos muchas otras».
Este 8 de marzo los hombres debemos salir a las calles a defender estas nuevas masculinidades, a denunciar comportamientos machistas, homófobos y transfóbicos. Es de justicia, hacer pedagogía contra la violencia de género. Ir codo a codo con las mujeres, como diría Benedetti. «Te quiero porque tus manos trabajan por la justicia.»
Animo a hombres y mujeres a acudir a las manifestaciones convocadas el 8 de marzo. En Villaviciosa de Odón, el colectivo feminista hará una lectura de manifiesto «Feminismo para un mundo mejor», a las 13.00 h. en el Coliseo de la Cultura. En Madrid se prevé una multitudinaria manifestación entre Atocha-Cibeles-Plaza de España a las 19.00 h.
Manu Barriga