No me gusta el fútbol, es más, creo que muy pocas veces he visto un partido. Mis recuerdos futboleros van poco más allá del Mundial que ganó España en 2010 o el mítico 12-1 a Malta de 1983. Aunque también puedo decir que he ido al campo del Villa para ver jugar a la Peña Amistad, para ver jugar a amigos míos.
Sí me gusta la pasión de algunos por el fútbol. Me gusta ver como viven el encuentro en los bares e incluso gritar como ellos. Alguna vez he estado en la Peña Atlética de Villaviciosa, quizá con el equipo que más identificada me siento, ya sea por su manera de sufrir o por la maravillosa afición que acompaña al equipo.
Pese a ello en mi casa son del Real Madrid y me gusta escuchar a mi padre gritar, a sus 86 años, cuando juega su equipo. Pero también me gusta el Rayo, un equipo de barrio que no olvida de dónde viene y ayuda a una anciana a la que están apunto de desahuciar.
Y en esto de que no me gusta el fútbol , me entero que ocurre un muerte antes de un partido. Por el fútbol o por la intolerancia, por la violencia sin más. Pelear sobre el césped por ganar el partido, siguiendo las reglas del de juego. Pero no fuera del campo, sin reglas, con insultos, con violencia y con muerte.
Se están tomando medidas para prevenir la violencia en el deporte, estos días se suceden las detenciones y las medidas de diferentes equipos para expulsar a los violentos de las gradas. Pero, a pesar que no me gusta el fútbol, me he sentido culpable.
Se pueden tener diferentes equipos, diferentes colores, pero la violencia no entra en juego
Maribel Martínez
(Concejala de IU de Villaviciosa de Odón).