Matilde Gomis, solidaridad villaodonense en el corazón del conflicto palestino

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Matilde Gomis

De Villaviciosa de Odón y directora de una ONG norteamericana en Jerusalén. Matilde Gomis también ha trabajado para Naciones Unidas en Jordania y New York. Ahora, el objetivo de esta cooperante es establecer puntos de encuentro entre palestinos e israelíes, en una situación cuya solución es actualmente «inviable”.

Matilde Gomis lleva en Jerusalén desde finales de octubre de 2013 y es la directora de una ONG norteamericana en Palestina e Israel. Licenciada en Ciencias Políticas, nunca pensó al comenzar sus estudios, que acabaría en el corazón del conflicto palestino. Cuando acabó su carrera, el mundo de la cooperación no estaba articulado, pero Matilde sentía una inquietud que encauzó a través de una organización no gubernamental en Madrid. Con ella trabajó como voluntaria haciendo traducciones del inglés al castellano y a partir de ahí siguió por ese camino.

Esa senda la llevó a Naciones Unidas, donde trabajó dos años en Jordania y en New York, que “es otro mundo, también muy interesante”. Posteriormente, comenzó su primera etapa en Tierra Santa, en la que pasó cuatro años cooperando con ONGS españolas y con el Gobierno de España. Desde 2007 su vida ha transcurrido en Barcelona, colaborando para una organización norteamericana, pero el cuerpo la pedía volver a la luz de Jerusalén, “una de las cosas más bonitas de ese lugar”, cuenta a Villaviciosadigital con un gran brillo en sus ojos. “Es una región en la que me encuentro muy cómoda. A veces no eliges el lugar, sino que el lugar te elige a ti”, afirma.

Además, está su vida familiar. Y es que Matilde es madre de dos hijos pequeños y está casada con un periodista barcelonés que vive en la Ciudad Condal y fue corresponsal en Jerusalén. Volver a Tierra Santa “es una apuesta, a ver cómo sale”, dice Gomis.

“En esa época cada noche contábamos los muertos»

Una paz con justicia

La tarea de esta villaodonense no es fácil en Tierra Santa. Su labor es conseguir que israelíes y palestinos se encuentren “para ayudar a lograr una paz con justicia”. Sin embargo, no se trata de que hablen sin más, porque según comenta, hablan mucho, lo que buscan es que hablen “de lo que verdaderamente es importante, que es el conflicto”.

Las negociaciones “están muy rotas”. Por eso trabajan actualmente con palestinos e israelíes por separado, con grupos que tienen una “visión diferente de lo que puede ser el futuro de la región, y una visión más transformadora, basada en los Derechos Humanos de los dos pueblos, una visión más integradora y no excluyente como es la que tienen ahora los dos estados”, afirma Matilde.

La cooperante no duda en reconocer que “una solución de dos Estados es ahora mismo inviable”. Es más, no considera que vaya a llevar a una paz con justicia: “puede haber paz, en el sentido de no violencia pero no con justicia y creemos que si no se pueden aplicar condiciones de justicia no habrá una paz duradera”.

Sembrar la semilla de la paz en un terreno pedregoso no es fácil. Como la parábola del sembrador, Matilde y sus compañeros buscan que caiga en terreno fértil y para ello hablan con palestinos e israelíes jóvenes que acaban de terminar su carrera, con edades comprendidas entre los 25 y los 30 años. Y para esa labor de siembra su organización se vale de organismos locales a las que proporcionan recursos para organizar talleres y encuentros. “Nosotros tenemos un papel más de facilitadores, que de ejecutar proyectos. Somos intermediarios, no queremos sustituir las entidades locales, sino fomentarlas y potenciarlas porque son ellos  los que consiguen movilizar a los jóvenes”, aclara la villaodonense.

Buscan jóvenes israelíes que tengan “una visión diferente al Estado actual y cuestionan los discursos intransigentes y más ultra religiosos”, cuenta Matilde. Sin duda, así es más fácil que esas semillas den fruto en un futuro. Lamentablemente se encuentran con que no hay muchos que piensen con esa apertura de mente, ya que “la sociedad israelí está en un proceso de involución muy fuerte”, reconoce.

Palestinos divididos

Y si en el campo israelí se encuentran con posiciones ultraconservadoras, en el terreno palestino abunda la división entre ellos mismos. Por eso fomentan encuentros entre diferentes grupos que están, tanto geográfica como políticamente, separados. “Por ejemplo, hay grupos en Gaza y otros en Cisjordania que no se pueden juntar ahora mismo; Israel impide que haya conexión. Luego hay palestinos con nacionalidad israelí. El contacto entre esos es inviable allí y lo que promovemos son encuentros en otro lugar, principalmente en Jordania”, comenta Matilde.

Esa fragmentación de la sociedad palestina es la consecuencia de la ocupación israelí, para Gomis “un obstáculo para una paz futura con justicia”. Una de las principales barreras en su trabajo y, por supuesto, para todas las personas en su día a día. Los famosos puestos de control son la pesadilla de miles de personas. La mitad de los compañeros de Matilde, que viven en Ramala (Cisjordania) deben atravesar cada día el control militar de Calandria, algo que les puede demorar de media dos horas cada día. Así, la frustración y agotamiento psíquico son inevitables.

Su trabajo como coordinadora consiste, entre otras cosas, en conseguir que sus compañeros puedan “expresar su enfado y encauzarlo con formas más productivas”. También gestiona permisos con las autoridades israelíes.

24 horas al día

Esa labor de Gomis comienza temprano. Acude a la oficina de la ONG en Jerusalén Este. Cuando llega coordina los diferentes programas que tienen puestos en marcha y apoya a los diferentes gestores de cada uno, tanto en Gaza como en Jerusalén. Ella es la única extranjera, el resto son palestinos e israelíes. A veces acude a los proyectos pero de manera esporádica, como una labor de apoyo.

Come cerca de la oficina, algo rápido,  y sobre las 15.30 o 16.00 horas la jornada ha terminado para Gomis. “En ese sentido mi vida ha mejorado respecto a España” (risas). La tarde la dedica a sus hijos, aunque dispone de un móvil que debe tener encendido las 24 horas del día, con un número palestino y otro israelí para estar atenta a cualquier noticia en la región. Por ejemplo, si hay un bombardeo en Gaza, debe preocuparse de que estén todos bien y comprobar cómo puede afectar al trabajo diario.

Afortunadamente, esas acciones violentas han disminuido respecto a cuándo se desencadenó la segunda Intifada. “En esa época cada noche contábamos los muertos. Eso no ocurre ahora pero el nivel de violencia estructural es mucho mayor. La ocupación está totalmente instalada, lo que antes eran controles militares muy rudimentarios, con dos soldados y una valla, ahora mismo son verdaderas terminales fronterizas”.

«los libros de historia recogerán que determinados países apoyaron a un régimen que estuvo violando los derechos de un pueblo»

Tanto la violencia y los muertos, como ese control férreo son duros para Matilde, que ha comprobado cómo se ha confiscado la tierra a agricultores y les han puesto un muro delante de su casa. Sin embargo, recalca que lo más duro es “ver que la comunidad internacional no hace nada. Como ciudadana española y europea es durísimo ver cómo tu gobierno o la Comisión Europea no sólo no hacen nada, sino que dan apoyo a un país que está violando la legalidad internacional cada día”. Asimismo insiste: “No sé si lo llegaremos a ver, pero los libros de historia recogerán que determinados países apoyaron a un régimen que estuvo violando los derechos de un pueblo durante muchos años; lo leeremos con vergüenza, pero llegará algún día”.

La villaodonense también entiende la situación por la que han vivido los israelíes, permanentemente amenazados con ataques violentos pero cree que “eso ya no es así porque militarmente los palestinos no son una amenaza de ninguna manera. Está todo muy controlado. La política de fuerza que ha aplicado Israel es muy fuerte”. E insiste en que la gente debe darse cuenta que “hay un poder ocupante y un pueblo ocupado, independientemente de las cuestiones políticas o de los derechos de cada pueblo”, algo que, desemboca en un desequilibrio de poder abrumador. Cuando eso cambie, veremos quién está violando la legalidad internacional, independientemente del signo que sea”.

Ante ese panorama que describe Gomis, no es de extrañar que considere que el futuro de la zona a corto plazo “no augure nada bueno” y a medio o largo plazo “nadie lo sabe”.

Mientras, Matilde y muchos como ella, siembran día a día, sin perder la esperanza de recoger los frutos, como hace el sembrador; unos frutos que no deben ser otros que una paz con justicia, una paz definitiva.

 

Texto: Israel Revilla Canora (@israelrcanora)

Imágenes: IRC/Matilde Gomis

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