Hablamos con Rubén Botas, madrileño y residente en Villaviciosa de Odón desde hace 14 años. Este informático en paro, aterrizó en España el pasado 22 de octubre después de haber recorrido durante 51 días, 11.000 kilómetros por tierras marroquíes, con su moto ‘Yasmina’ .
Pese a las dificultades que tuvo en Marruecos, no quería regresar a España.
El día 14 de noviembre emprendió su nuevo viaje, esta vez a la República Dominicana.
Rubén se ha criado en una familia viajera, por este motivo antes de cumplir la mayoría de edad, ya había visitado entre ocho y nueve países europeos en compañía de sus padres.
Siempre le gustó el mundo del motor aunque tan solo hace dos años comenzó su verdadera afición. La lectura de libros de aventuras y de viajeros por el mundo le impulsó a emprender su primer viaje en moto. Para el villaodonense, el escritor Ted Simon, uno de los padres de las aventura, que viajó en la década de los 70, durante cuatro años por todo el mundo, es uno de sus referentes.
¿Por qué viajar a Marruecos?
Yo tenía diseñada en mi cabeza y en mi ordenador distintos viajes de más o menos tiempo. Marruecos fue una casualidad. Tuve un accidente de moto en verano, me fracture el omóplato y estuve dos meses sin poder hacer nada. Cuando me dieron el alta era demasiado tarde para ir a Noruega. Allí hay que ir en nuestro verano porque las máximas son de 16 y 17 grados en los sitios más cálidos, y en invierno a causa del frío comienzan a cortarse las carreteras.
Una vez me dieron el alta, aunque no recuperado del todo, quería moverme porque septiembre estaba llegando. Si no podía ir al norte, pues al sur. Yo ya tenía diseñada la ruta por Marruecos y por el Sahara occidental. La de Marruecos era la más viable por climatología y tiempo. No pensaba estar tanto tiempo, y como tiempo era lo que tenía, pensé hacerlo en un mes, y al final estuve casi dos.
¿Qué le impulsó a llevar a cabo su primera aventura en una moto?
Hace dos años empezó mi afición por la motos. De hecho, yo antes tenía una pero no la consideraba para viajar, era deportiva. La que tengo ahora está diseñadas para viajar y es con ella con la que he podido echarme a la calle con las maletas.
Es la primera vez que viajo en moto, tiene algo que no tiene otro medio de transporte que no sea sobre dos ruedas. Cuando vas en un vehículo de cuatro ruedas, estás dentro de una carcasa de metal y cristal. El mundo está fuera de tu burbuja y pasas ante el de forma desapercibida. Lo bueno de la moto es el acercamiento a la gente. Al principio parece un poco incómodo porque la gente se te acerca y no sabes lo que va a pasar. Pero yo creo que la gente es buena, este tipo de viajes no los puedes hacer desconfiando. Luego vas viendo que tienen sus problemas y que que va andando por la calle pensando en sus cosas, no en hacer daño a ese motorista que va por ahí.
¿Qué papel jugó ‘Yasmina’, su motocicleta, durante toda la trayectoria?
‘Yasmina’ es mi princesa. Es la protagonista porque la gente en quién se fijaba era en ella, no en mí.
El nombre de ‘Yasmina’ tiene su historia; es porque yo tengo una amiga que se llama Yasmín y es un poco bipolar. Entonces dije, es perfecto para mi moto porque vale tanto para carretera como para campo. Yo la hice muy mixta al ponerle los neumáticos. No es sobresaliente en asfalto ni en carretera pero aguanta todo y la prueba es que yo he cruzado el desierto entero, cuando hay gente que se va con motos de 40.000 euros yo, con una de 5.000 lo he cruzado.
El papel que juega la moto es principal, sin ella este viaje no hubiera podido hacerse ni plantearse.
¿Cómo se prepara un viaje de estas características?
Es verdad que un viaje de larga distancia se tiene que organizar bien. Yo también reconozco que he dejado muchas cosas al azar pero también ha sido lo bonito porque si no el viaje no me hubiera salido como realmente me ha salido.
Tenía una ruta, sabía lo que quería ver. Entonces tracé una por las principales ciudades por las que iba a pasar; en la primera sí que sabes dónde vas a dormir o cuánto tiempo te vas a quedar, pero no puedes planear la ciudad número 45 porque no sabes con lo que te vas a encontrar, y si te va a gustar el lugar. Por ejemplo, yo me quedé en Tiznit nueve días, en principio no planeados. Me trataron tan bien, como a un familiar más, y el precio era tan bajo, que decidí quedarme unos días.
«Mi idea era gastar menos de 50 euros al día»
¿Su presupuesto era muy alto?
Yo no llevaba un presupuesto fijo pero sí que quería gastarme muy poco. Fui con poco dinero, la moto ya la tenía equipada, entonces ya no tenía que gastar más dinero en ella. Mi idea era gastar menos de 50 euros al día. Ahí van incluidos los ferrys que cuestan entre 80 y 100 euros, las piezas de repuesto, porque me caí varias veces, cada propina que he dejado, porque se tenía que dejar, otras porque he querido, y la gasolina.
Intentaba que el viaje fuera barato, por eso en alguna ocasión me ha tocado dormir en campings con hormigas, me he hospedado en sitios donde había cucarachas y en otros que se caían a trozos. Además, en Marruecos todo hay que negociarlo y pactar un precio de antemano.
Viajó solo, pero ¿hizo amistades en territorio marroquí?
Amigos que yo considere amigos, de verdad he hecho uno, al que yo llamo hermano. Me echó varias manos como traductor. Si tenía cobertura yo lo llamaba y le decía: `mira Hossin, échame una mano que no entiendo lo que me está diciendo este hombre´.
He conocido a mucha gente que es imposible conocerla en un vehículo de cuatro ruedas. Hay quienes se acercan a hacerse fotos contigo; cuando dos personas quieren comunicarse no hace falta un idioma, con un gesto la gente se entiende. O niños que, simplemente, vienen a ver la moto.
Sí que es verdad que yo tengo ahora muchos más contactos. Tengo un “amigo” que incluso me invitó a su casa; fue un policía montada. Yo estaba en una playa parado y vino con su caballo, yo pensaba `¡que habré hecho! ´,y me dijo que le gustaba la moto. Al final me dijo de tomar una taza de té para seguir hablando.
También conocí a unos chicos que venían de Melilla, otro de Marbella y Sevilla, y pasamos la noche en el mismo albergue.

¿Cómo definiría a la gente de Marruecos?
Los marroquíes son amable y pesados. En general son gente maja pero siempre están pidiendo dinero. Las personas marroquíes cuando te piden dinero, si no tienes, te piden un objeto, un presente, un regalo. En mi caso, como yo iba con poco equipaje, siempre llevaba mucha agua encima, y entonces siempre acababan pidiéndome el agua.
«Te das cuenta que se quieren ganar la vida y que no son mala gente»
¿Cuál fue la peor situación en la que se encontró?
He vivido más de una decena de situaciones. La que más recodaré es cuando intenté cruzar el desierto, lo pasé muy mal por fiarme de la gente. Esta es la que más me ha marcado porque es la única vez que llegué a sentir miedo.
Después de Fagora, a 100 kilómetros, hay un pueblo que se llama M’ Hamid, que es donde muere la carretera. A partir de ahí empieza el desierto y de donde parten muchas caravanas de vehículos y de camellos. Hay un sitio que no es tan popular y que tiene un difícil acceso es Er chegaga; son las dunas más altas de Marruecos y llegar hasta allí es complicado.Me prometieron que habían pistas y cuando te dicen que hay una pista, te esperas que haya una carretera todo terreno, pero no fue así.
Uno de los jefes de un campamento, que hablaba un poco español, me pidió dinero, y yo le dije que no tenía, al final lo arreglamos a regañadientes por la mitad del precio que me pidió. Tenía que ir a repostar a un pueblo que estaba a 30 kilómetros, mientras él llamaba a los coches guías. A la vuelta me pilló una pequeña tormenta de arena; no ves nada, la carretera desaparece, el día se oscurece, incluso paré porque no quería que me arrollaran los coches. Cuando llegué le dije que no quería hacer esa ruta y que me devolviera el dinero porque con ese tiempo que no podíamos salir.
Al final me convencieron, y cuando empezamos a bordear las dunas mi moto no está preparada para andar sobre arena, paré y les dije que pararan porque esto no era lo que me habían prometido. Ahí no había pista. Posteriormente me caí, se me dobló el manillar y después me volví a caer; no quería seguir, pero me dijeron que o iba hasta la duna o me volvía solo, y claro, sin poder llevarme las maletas. Finalmente, ya llegamos al campamento de noche y hablé con unos franceses que me dijeron que el jefe ya estaba en M’Hamid, y entonces los berber me estaban haciendo todo el lío. Me fui con los franceses y metí mi moto entre sus todoterreno.
«Más que conclusión, tengo satisfacción. Es lo mejor que te puede quedar de un viaje»
¿Qué es lo que más va a echar de menos?
Echo de menos el poder pararte mientras estás conduciendo en el sitio que quieras. En Marruecos no hay protecciones de raíl. No hay ni si quiera en las montañas ni en los precipicios. No hay arcenes ni cunetas. Es todo terreno, tu paras y si te molesta el guante, paras ahí mismo y te los pones bien.
La gente te ve en la moto te dan las luces, te pitan. Otro con moto te dan las luces, te saludan, o cuando me comía una chocolatina, los chavales en moto te pitaban y te saludaban.
¿Qué conclusión puede extraerse de este viaje?
Más que conclusión, tengo satisfacción. Es lo mejor que te puede quedar de un viaje. El mero hecho de no querer volver; cuando estaba en Tánger con mi billete en la mano esperando el ferry, sentía mucha pena. Si tienes pena, a pesar de los problemas que tuve, aun así yo me sentía triste.
Diana García Fran
Imágenes: cedidas por Rubén Botas.
Hay que estar un poco loco para hacer un viaje así en estos tiempos que corren.
Hay que estar muy CUERDO para ver la vida tumbado en un sofá,,viendolas venir. En todos los tiempos que no van a dejar de correr, por mas quieto que te quedes. Saludos de un motero viajero.
Ninguna época es buena o mala, solo es la que es, Ted Simon dió la vuelta al mundo entre guerras y dictaduras; si que hace falta algo de locura, un poco de aventura, un toque de suerte y sobre todo ganas de hacerlo, lo agitas suavemente y tienes un coctel perfecto para disfrutar de la vida que es muy corta y dedicamos la mitad del día a trabajar y con la otra mitad hay que vivir y dormir y es poco tiempo.
La verdadera libertad es hacer lo que a uno le gusta sin perjudicar a los demás, respetando las costumbres de cada lugar que se visita y ayudándonos unos a los otros.La hospitalidad de los hombres del desierto es algo sagrado y fundamental en su cultura como habrás podido disfrutar.
Te animo a seguir esa ruta trazada ¡¡Suerte!!