La Residencia 3 patas, de Esther Cura: «una segunda familia donde su perro está en las mejores manos»

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Esther Cura en su Residencia 3 Patas en Belmonte de TajoA Esther Cura no le importa trabajar los 365 días del año porque se dedica a lo que más le gusta: cuidar y atender a los animales. En su empeño por darles lo mejor ha levantado su propio proyecto, la Residencia 3 patas, que estas Navidades cumplirá su primer año de actividad.

Con ella ha hablado Villaviciosadigital que ha conocido esta residencia canina de ambiente familiar y trato cercano situada en el municipio madrileño de Belmonte de Tajo. Este lugar cuenta únicamente con 10 jaulas de 16 m2 con una parte interior de 4 m2 y una parte exterior de 12m2. Cada 5 jaulas hay un patio de paseo de unos 100 m2 donde los perros pasan el día en compañía de otros perros sociables. En definitiva, perros libres que corren y juegan en el campo.

Esta profesional de los animales asegura que para conseguir su objetivo solo ha necesitado una cosa: mucha vocación. “Es un trabajo donde no existen navidades, no existe Semana Santa y sobre todo no existe el verano, porque es ahí cuando más trabajo tenemos. También me he olvidado de los fines de semana, yo trabajo de lunes a domingo, todos los días, porque mi vida son los animales. Teniendo vocación y amor por ellos, el resto lo puedes conseguir. Los conocimientos se adquieren con el tiempo”, explica.

«El propósito es poder dedicarme por entero a todos los perros que vengan a la residencia, prefiero pocos pero bien atendidos a muchos y mal»

Y es que Esther empezó hace diez años, siete de ellos trabajó para Granja La Luna donde se formó y recogió todos los conocimientos para montar su propia residencia. En continua formación, ha realizado cursos de adiestramiento y de peluquería canina, además de ser Auxiliar Técnico Veterinario (ATV).

El nombre de este lugar también tiene su historia. “Fue por un gatito de la calle que tenía sólo tres patas pero que el animal se apañaba fenomenal aunque le faltara una. Me gustó el nombre porque es una manera de reflejar que aunque uno no esté al cien por cien, siempre se puede salir adelante”, recuerda.

Dueños peligrosos

Y aunque ha vivido rodeada de animales, la residencia, por ahora, solamente acoge a perros. “La idea en un futuro es ampliar a gatos. Perros y gatos nada mas, porque el objetivo con el que concebí este lugar es con el propósito de poder dedicarme por entero a todos los que vengan aquí, por eso prefiero poco pero bien atendido, que mucho y mal”.

El perro es su animal preferido que a su vida lo aporta todo. “El estar al aire libre todo el día con ellos…para mi esto es un hobby. Ellos no te reprochan, ni notan si estas de mal humor o no, ellos siempre están ahí y además consiguen cambiarte el estado de ánimo, lo que te aporta trabajar con ellos es prácticamente una felicidad constante porque te sacan esa sonrisa siempre, aunque estés de mal humor. Los perros te lo dan todo”.

Los perros disfrutando en la Residencia 3 PatasPor ello, es dueña de cuatro perros, tres rottwailler y un mestizo de braco alemán de caza. Su postura ante el concepto de animal peligroso es tajante.

“Para mi no hay animales peligrosos, están los dueños peligrosos. El animal al final aprende lo que tu quieras enseñarle y si tu le enseñas a ser cariñoso al final será cariñoso. Para mi la raza rottwailler es una de las más cariñosas que hay, más incluso que el labrador. Es un perro que se vuelca con su dueño y es impresionante el cariño que te da. Perros peligrosos para mi no hay ninguno siempre está delante un dueño irresponsable”.

Pero como su residencia está pensada para que todos sus perros compartan espacio, los perros de presa prefiere no cogerlos. “Cuando tengo mucho jaleo reconozco que me da un poco de miedo porque las razas como pit bull, american stanford o bull terrier, por ejemplo, suelen tener generalmente como dueños chavalillos que les enseñan a morder porque esos perros tienen una potencia en la mandíbula impresionante y les suelen hacer gracia esas cosas. El problema que sucede en una residencia con un perro de esos es que, por mucho que extremes las precauciones, si pasa cualquier cosa y un perro de esos se engancha a otro es muy difícil separarlos. Para evitar eso prefiero no cogerlos. Son perros buenos, no digo ni mucho menos que sean peligrosos, pero como hacen presa el riesgo es mucho mayor y prefiero evitarlo”.

«Aquí pueden relacionarse sin correas de por medio. Esta residencia les permite ser lo que son, perros»

Y es que este paraíso perruno se encuentra en pleno campo y los inquilinos disfrutan de muchísima libertad. “Lo primero que quise es tener diez plazas solamente porque quiero dar un trato personalizado. Mi objetivo es que la gente que tenga perro, y tenga que dejarlo en algún lugar como mi residencia, no sea la última opción sino la primera porque el animal va a estar tan bien aquí como en su casa. Yo intento ser siempre la segunda familia, que los perros me quieran y que cuando vengan aquí, vengan como vienen, queriéndome y dándome mucho cariño. Vienen súper contentos y me hacen muchas fiestas cuando me ven. Lo que pretendo es que sus dueños se vayan con total tranquilidad porque su animal está en las mejores manos”, asegura.

Sin juguetes y con caricias

“Los perros aquí pueden hacer una vida que no pueden llevar a cabo en las ciudades como, por ejemplo, relacionarse con muchos animales sin correas de por medio. Esta residencia les permite ser lo que son, perros. Entran a sus jaulas solamente para dormir, además las jaulas son grandes. Las tengo grandes porque también existen perros, aunque no suele ser el caso mayoritario, que no se les ha sociabilizado correctamente desde pequeños y en el momento que ven perros se asustan y no quieren estar con ellos. Para esos casos, pueden estar en la jaula tranquilamente porque son amplias, constan de parte interior con su caseta y su parte exterior. Ahí pueden cotillear lo que sucede alrededor, no se aburren y tiene su zona de seguridad para que no estén asustados y también puedan pasarlo bien”.

Muchos perros pasan el día en la Residencia porque sus dueños no les pueden atender porque trabajanAsí, Esther juega con todos ellos a perseguirse y a ser perseguida. “Lo que no hago es tener juguetes porque luego se terminan peleando por ellos. También me siento en el parque donde están sueltos y entonces vienen, se suben encima y hay sesión de caricias”, ríe.

Además, la Residencia 3 patas tiene su parte solidaria. “Vendemos camitas cosidas a mano para gatos y perros pequeños y casetas hechas por nosotros con su aislante térmico, para que cuando dejes al perro en esa caseta tengas la seguridad de que no va a pasar frío ni en plena sierra”. Y todo esto, para ayudar a algunos animales que se encuentran abandonados y colaborar con un albergue de gatos.

Antes de despedirnos de ella, ahora que se acerca la Navidad, le preguntamos qué opina de regalar un perro. “Es una responsabilidad muy grande, tienes que tener muy claro que a la persona a la que se lo vas a regalar quiere adquirir esa responsabilidad porque yo entiendo que cuando tu coges a un animal lo coges hasta que se muere. Yo no concibo el que se cambien las circunstancias o situaciones de tu vida y ya regales o abandones a tu perro. Si yo tengo que comer menos porque mis animales tienen también que comer lo voy a hacer, porque jamás me desharía de ninguno de ellos”.

Y no aconseja la compra sino la adopción. “Cuando compras un animal estás colaborando a tantas prácticas insanas que ni te imaginas, una de ellas el maltrato animal como puede ser traer animales de países del Este que vienen en camiones por cientos y lo que sobreviven los venden. Es un tráfico de animales constante y muy trágico. Demasiados animales están abandonados como para que nos pongamos a comprar perros. La gente que vaya a regalar un perro que por lo menos lo adopte”, se despide.

Texto: Natalia Pulido. @npulidojimenez

Imágenes cedidas por Esther Cura.

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