La crisis económica y su incidencia en el bolsillo de los españoles provoca que cada día más escolares y trabajadores se adhieran a lo que algunos denominan la «cultura del ‘táper», abandonando las comidas en restaurantes y los menús colegiales.
Alimentarse de comida casera es una alternativa sana a hacerlo en bares y a la ingesta de productos de máquinas expendedoras, en su mayoría poco nutritivos y ricos en calorías que no acaban de saciar a nuestro organismo.
Varios especialistas en nutrición aconsejan elaborar un menú semanal de antemano para evitar que las comidas en táperes sean monótonas, escasa de nutrientes o hipercalórica. Por esto mismo, al ser un plato único las tarteras deben combinarse con diversidad de nutrientes entre los que no deben faltar alimentos ricos en proteínas como carnes, atún, huevos, leche, pescado e hidratos de carbono, como legumbres.
Una comida sana y recomendable sería una ensalada de garbanzos con atún, macarrones con salsa de tomate y carne picada, arroz tres delicias, acelgas con garbanzos y patata hervida. Todos los anteriores deberían siempre ir acompañados de una pieza de fruta o barrita energética.
También es de vital importancia ingerir productos que contengan algo de grasas, pero no en exceso, para obtener la energía suficiente que necesita el organismo humano para desarrollar las actividades diarias a las que los individuos están expuestos.
Los desayunos o las cenas deben llegar a suplir esa falta de nutrientes que no han podido ser ingeridos durante el día. Por esto mismo, los primeros deben ser completos e incluir al menos cereales, lácteos y fruta. En el caso de las cenas, el pescado, las cremas de verduras o sopas son alimentos estrella.
Cuando los productos que se transporten en unas tarteras sean pesados o carnes deberán estar lo suficientemente cocidos para evitar que después de unas cuantas horas desprendan, sobre todo los primeros, al ser recalentados un olor poco apetitoso. Tampoco es muy aconsejable incorporar los que contengan huevo porque suele ponerse en mal estado, así como evitar postres elaborados a base de nata, cremas, entre otros.
Toda comida debe prepararse con la antelación suficiente para poder enfriarse por sí misma antes de refrigerarlos en el frigorífico, y no estar más de dos horas fuera, sobre todo en los meses de intenso calor. Si no hay nevera en el trabajo, se pueden utilizar bolsas isotérmicas con placas de congelación o de acumulación de frío.
Táperes de plástico o de vidrio
El uso de estos recipientes de plástico o de cristal para el transporte de alimentos es ha día de hoy una tendencia al alza. A pesar del éxito de este sistema, son muchos los especialistas en nutrición que hablan de posibles problemas de salud derivados del uso de táperes de plástico. Aunque estos presentan ventajas de maleabilidad y ligereza para el usuario, desprenden componentes químicos a la hora de exponerlos a temperaturas altas en microondas y hornos, y al hora guardar alimentos.
El vidrio como recipiente deja de ser tóxico siempre que esté fabricado con vidrio borosilicato, el mismo tipo que se emplea para los utensilios de laboratorio. Soporta además altas y bajas temperaturas, no modifica el sabor de los alimentos y tampoco desprende partículas perjudiciales para la salud humana.
Los expertos aconsejan adquirir recipientes de vidrio a pesar del elevado coste que presentan respecto a los de plástico y, comprobar en todo momento que el producto que estamos comprando haya aprobado satisfactoriamente los procesos de control y regulación pertinentes para acreditar su venta. También es importante fijarse en el signo de un tenedor y una copa que aparece impreso en la parte inferior de las tarteras, ya que ese táper dispone de materiales que garantizan que sea apto para entrar en contacto con alimentos y para soportar temperaturas extremas como la del microondas o el frigorífico.
Diana García Fran