Estoy contenta. No es una alegría espléndida ni plena, dado que el motivo de mi contentura no debía haberse dado si no se hubiera producido un hecho terrible hace 18 años, entre el sábado 19 y el domingo 20 de abril de 1997; hablo del asesinato de Eva Blanco Puig.
El pasado viernes 2 de octubre un programa de televisión, Equipo de Investigación, captó por completo mi curiosidad. Trataba de la desaparición y muerte de Eva Blanco, una adolescente de 16 años, de Algete, que salió de su casa el sábado y su familia no volvió a verla con vida y del expediente policial que seguía aún abierto.
He de reconocer que me impactó. Entrevistas a los padres, a sus hermanas, a los amigos de su pandilla, a sus amigos especiales y a su novio, sobre esa noche fatídica. Y una prueba determinante, la prueba 10 como la definieron: tenían muestras de ADN del agresor y presunto asesino. Una muestra irrefutable si el destino hubiera querido que la resolución del caso se diera inmediatamente, pero por desgracia no fue tan inminente.
Ver sus fotografías, la alegría que demostraba en los vídeos caseros, las ganas de vivir de una muchacha de su edad, sus palabras de puño y letra escritas en su diario, el inquietante código repetido con exactitud en varias páginas del mismo: Eva y 343110, Eva y 343110, Eva y 343110…, me hicieron sentir una angustia que no percibí cuando sucedieron los hechos hace 18 años.
Ver a sus padres destinados a la fuerza, a vivir todos estos años con la ausencia de Eva. Sus emociones contenidas, su pena y su dolor, enseñando con añoranza las fotografías de su hija y mostrando su cariño. Contemplar el sufrimiento de una madre que permitió a su hija, por primera vez, llegar ese sábado a las doce de la noche. Y no llegó.
Vi a sus amigos y amigas de la pandilla relatar una vez más los acontecimientos de esa noche y cómo la joven dejó su compañía, como responsable que era, para acudir a su casa a tiempo antes de dar las 00.00 horas, como Cenicienta volviendo del palacio antes de que se rompiera la magia.
«Ver a sus padres destinados a la fuerza, a vivir todos estos años con la ausencia de Eva»
Vi las lágrimas de su amigo especial resbalando por la cara al recordar a Eva. El sentimiento de culpabilidad que acudió a su cabeza cuando supo de su muerte, porque él acompañaba a Eva a su casa por las noches y ese sábado no lo hizo.
Vi al psicólogo perfilador que retrató las posibles costumbres y comportamiento del presunto agresor, el parámetro de su edad, dando más pistas y acotando, en la medida de lo posible, el número de sospechosos.
Vi la tenacidad del equipo de Homicidios de la Comandancia de la Guardia Civil de Madrid, en Tres Cantos, y entre ellos al único guardia civil que abrió y cerró el caso de Eva Blanco. Sí, caso cerrado.
Porque el motivo de mi incompleta alegría, se debe a la detención del presunto homicida de Eva Blanco 18 años después. Y me emocioné.
Aún queda mucho por hacer, pero los grandes pasos están dados. Se ha cerrado una puerta que estaba angustiosamente abierta para dar lugar a la verificación definitiva del homicida. Y eso es una gran noticia a pesar de la pérdida de «Evita» para sus padres, familia y amigos.
Pincelada Cyan quiere agradecer la dolorosa fortaleza de los padres y el tesón incansable de la Guardia Civil.
Por todo esto, gracias.
Yolanda R. Herranz @MyolRh
Me ha extrañado que no hubiera comentarios a este escrito. Pues yo si quiero compartir con ella su escrito porque aunque parezca mentira todavía quedan personas que llegan más lejos de lo que se pueda uno imaginar, embargado por sus sentimiento o por realizar un riguroso trabajo profesional llevado a conseguir el objetivo de descubrir la verdad de este asunto tan escabroso. Eva puede descansar por fin y todos los que estuvieron pendientes durante tantos años y deseosos de que acabara como lo ha hecho.
Aún es pronto para comentarlo. Gracias, Fabián!
El tesón y el buen hacer de la guardia civil en este caso ha hecho que por fin estos padres puedan descansar sabiendo que el cumpable esta entre rejas. Y la pobre Eva descanse en paz
Ó jala todos los casos pendientes se resolvieran de esta manera! ¡O mejor!, que no se produjeran estos hechos delictivos! Muchas gracias, M. Jesús