España eligió este producto en la Exposición Universal de Milán como abanderado de producto saludable, que es esencial en dietas de adelgazamiento y ayuda a regular los niveles de estrés gástrico.
Quién iba a decir a los exploradores españoles del Nuevo Mundo que el tomate, uno de los vegetales que descubrieron y que llevaron a España allá por el siglo XVI se convertiría en un pilar de la alimentación mundial e ingrediente esencial en el conocido como gazpacho.
Ahora, una vez más España saca nuestra importante artillería gastronómica siendo este manjar el abanderado ante el resto del mundo.
Lejos quedan ya los primeros pasos de este caldo típico andaluz, que en tiempos de Al-Ándalus llevaba migas de pan ajo, aceite de oliva, vinagre, sal y agua. En el siglo XII hay constancia de gazpachos calientes en Castilla – La Mancha y Extremadura, aunque no sería hasta el siglo XVIII cuando el tomate irrumpiese en la receta tradicional y diera como resultado el plato que hoy sigue impulsando España a nivel internacional, tarea que ya comenzó en Francia la consorte de Napoleón, Eugenia de Montijo. Ese esfuerzo cobraría impulso en 1960 cuando este caldo rompería nuestras fronteras definitivamente.
Ahora, en la Semana de Andalucía en Milán, el gazpacho volvió a ser estandarte de la gastronomía española. La conocida como ensalada líquida despertó gran interés entre los participantes, muchos de los cuales desconocían esta “explosión de vida”, como así la definieron algunos.
Las variedades del gazpacho han ido creciendo. Así, del clásico andaluz, se ha evolucionado al de aguacate, cerezas, zanahorias, sandía, y hasta el elaborado con bebidas espirituosas.
Si hablamos del tradicional, además de ser muy refrescante, está considerado bebida isotónica por la composición de sales, y tiene efectos vasodilatadores por el contenido en ajo. Además, es poco calórico (dependiendo de la cantidad de pan que se le añada): entre 44 y 55 kcal por 100 ml.
Los nutricionistas lo consideran un excelente anticancerígeno debido a los antioxidantes como licopeno y el caroteno, característico del tomate. Este ingrediente hace que nos proteja frente a las radiaciones solares y ayude al mantenimiento del bronceado.
Es rico en fibra y cuenta con un abundante contenido en vitaminas (sobre todo C, A y E) que ayudan aumentar las defensas en nuestro organismo. Contiene minerales como el fósforo, hierro, calcio, zinc y magnesio, entre otros.
Y junto al tomate y el pepino, el ajo es otro de los ingredientes estrella, y ayudará a regular la hipertensión arterial favoreciendo la circulación y evitando infecciones por su efecto antibacteriano.
Los especialistas en nutrición destacan que estas propiedades se reducen en los gazpachos procesados que venden en las tiendas.