Don Diego Valencia, que en paz descanse, ha sido noticia en todos los periódicos y agencias estos días. Copio del diario ‘El debate’: «Casado, padre de dos hijos –un chico y una chica– y ‘religioso’ por decisión propia, Diego había sido florista hasta que decidió jubilarse para dedicar su tiempo por entero a la Iglesia como laico encargado de las funciones de cuidado de la sacristía de su parroquia de toda la vida y de los objetos sagrados que ésta contenía.»
¡Cuánto tenemos que agradecer los sacerdotes y los fieles laicos, a tantas personas, mujeres y hombres que dedican su tiempo a servir a los demás! Catequistas, grupos de liturgia, Cáritas, atención a mayores, presos, enfermos; las que se dedican al cuidado del templo, la sacristía, las que colaboran en la economía, en los consejos parroquiales etc….
Toda religión debe ser una religión de paz interior y paz social
Diego decidió entregar su vida al Señor, con dedicación plena a la Iglesia. Y ahora, en un execrable acto ha perdido la vida (asesinado a finales de enero en Algeciras por Yassine Kanjaa, de 25 años), o mejor, la ha entregado plenamente. Estas líneas quieren ser un homenaje a este señor y en su persona, a todos los voluntarios que dan todo por los demás por amor a Dios.
Los acontecimientos, precisamente en dos iglesias, deben ayudarnos a reflexionar sobre el valor de la vida humana y condenar toda violencia. Dios es Amor, es compasivo y misericordioso. Nunca se puede justificar la violencia y el asesinato desde la fe. La religión no puede ser la excusa para el mal. Toda religión debe ser una religión de paz interior y paz social. Recurrir a la violencia en nombre de Dios es «tomar el nombre de Dios en vano».
Javier Romera (párroco iglesia Santiago Apóstol Villaviciosa de Odón)