La fundación de Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo (ANAR) junto a la de la Mutua Madrileña, ha elaborado el ‘II estudio sobre el bullying y el ciberbullying‘, donde se trata el tema desde el punto de vista de los menores afectados.
Este informe ha sido presentado este jueves 27 de abril, y pone de manifiesto el aumento de casos en un 240 por ciento respecto a los dos años anteriores, y el incremento de casi el doble de incidentes en 2016 respecto a 2015.
Además, las conclusiones del mismo han sido extraídas del análisis de datos de llamadas al Teléfono ANAR, el cual registró un total de 1.207 cuestiones reales durante el año 2016, de los cuales una de cada cuatro fueron por ciberacoso.
El perfil de las personas acosadas ha reducido su edad media desde los 11,6 años hasta los 10,9, lo que significa que cada vez son más pequeños quienes sufren estos hechos. También se destaca que el número de victimas de siete años, o menos, ha aumentado desde el 8,7% del informe previo, hasta el 14,25% de este.
Sin embargo, el perfil de los menores ciberacosados es diferente, pues su edad media es de 13,5 años y las chicas se ven más afectadas que los chicos, en una proporción de siete a tres, algo que tampoco coincide con las personas que lo sufrieron de forma física, donde los porcentajes van más parejos.
Las agresiones más frecuentes son las verbales, que suponen un 52,1% de los casos y que se basan en insultos o palabras ofensivas; en segundo lugar las amenazas, con un 22,3%, y la difusión de imágenes o videos comprometidos (20,2%).
Respecto al anterior informe, han aumentado algunos tipos de ciberacoso como la publicación de información personal (del 3,5% al 11,7%) o el pirateo de cuentas personales (del 1,7% al 8,5%), abandonando así un carácter casi residual para convertirse en otro aspecto a tener en cuenta.
Reacción de las personas cercanas
El informe de ANAR afirma que «las víctimas y los testigos de acoso escolar se rebelan más», apoyándose en el dato de que más de la mitad, de sus compañeros y amigos, se enfrentan al agresor, duplicando los datos anteriores, situados en un en torno al 22% y estableciéndolos por el encima del 51%.
También ha crecido el número de personas, distintas al profesor, que conocen la situación, más de un 95%, lo que hace que la víctima esté «menos sola». Todo este concienciamiento de la situación se ve reflejado en el entorno escolar en general, donde los porcentajes de constancia pasan del 3,9 al 74,7% en directores y jefes de estudio, del 5,2 al 20,6% en padres y madres del agresor, y del 5, al 15,2% en otros alumnos.
Respecto al ciberacoso, también aumenta exponencialmente el porcentaje de los compañeros de colegio que reaccionan ante la situación dada, pasando del 15% a algo más del 68%, así como el número de víctimas que se enfrentan a su acosador, «desmostrando el empoderamiento que le confiere la mayor visibilidad y la concienciación social ante el problema».
Sin embargo, en estos casos, aumentan los que deciden cambiar de centro escolar (de 8,3 a casi el 30%), en el otro lado de la balanza se encuentran los acosos escolares, donde el porcentaje de víctimas que ha cambiado de colegio es menor respecto al informe previo, algo que en ANAR ya consideraban como «medida ineficaz».
En lo referente al perfil del acosador, más de la mitad de los que lo hacen de manera física son varones con una edad media de 11 años, algo menor que en el estudio de 2015. En la mayoría de los casos (86,6%), pertenecen a la misma clase que el sujeto acosado.
En el ciberacoso, el perfil predominante son mujeres de unos 13,8 años, que actúan en grupo y que casi en el 90% de los casos acude a la misma clase que la acosada. El teléfono móvil, por encima de otros dispositivos, es el medio más empleado, usando el WhatsApp como herramienta.
ANAR recuerda que este informe forma parte de la campaña de concienciación contra el acoso escolar que se inició hace un año y que incluye iniciativas en centros académicos y en redes sociales para poder acabar «con esta lacra entre los más jóvenes».