«Acerca del padre 2018»

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Me motiva escribir estas líneas una noticia aparecida en las redes sociales. Noticia que se convirtió en viral, ya que a fecha 1 de marzo obtuvo 1.600.000 reproducciones en cinco días y ha recibido 11 millones y medio de comentarios. Comentarios que oscilan entre aplausos y elogios por una parte y críticas de abuso y maltrato infantil por otro.

La noticia en cuestión es que un niño de diez años en un pueblo de la localidad de Virginia, (Estados Unidos), hacía bullying a sus compañeros de ruta en el autobús. Por ese motivo es expulsado de la ruta escolar durante tres días.

Su padre decide entonces aplicarle un castigo ejemplar que consiste en ir corriendo al colegio durante una semana, mientras él lo sigue en su coche. El colegio queda aproximadamente a dos kilómetros del domicilio familiar.

El padre opina que todo acto tiene consecuencias. Hasta aquí podemos estar de acuerdo con él, independientemente con qué estemos de acuerdo o no, con el castigo aplicado.

Desde mi punto de vista, el error sucede cuando este padre decide colgar en Facebook este castigo. El hecho de grabar a su hijo cada día y luego publicar lo grabado, convierte el hecho privado en hecho público. Un fragmento del texto que circula por la red dice: Solo quería enseñároslo y hacer que os riáis.

Lo que considero erróneo es castigar al menor humillándolo, haciendo pública su mala conducta. Acaso, se ha preguntado este padre, ¿cuáles son los motivos para que su pequeño hijo acose a sus compañeros? ¿Qué le está pasando?

Sí deben existir las normas y los límites, pero hay que saber aplicarlos.

Y en cuanto al castigo, éste no modifica la conducta a largo plazo. No educa, sino que más bien genera miedo, ansiedad, violencia, resentimiento.Pareciera que han faltado palabras y más bien el padre no puede tampoco pararse a pensar y alardea en las redes presentándose como «el padre 2018″.

Por medio de técnicas punitivas es posible modificar la conducta no deseada, pero también es cierto que los castigos debilitan el vínculo entre el niño y el adulto, siendo los niños seres más débiles y vulnerables.

Se trata de construir un vínculo sólido, no sobre la base de quién puede más. Sí deben existir las normas y los límites, pero hay que saber aplicarlos.

Educar es una tarea mucho más compleja y requiere de paciencia, comprensión, escucha, es necesario brindarle al niño o niña un lugar de reconocimiento y tratarlo como un sujeto de derecho.

Mirta García Iglesias

(Psicóloga-Psicoanalista. Asociación Cultural Vínculo)

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